Rue20 Español/ Rabat
La reciente decisión de la Unión Africana (UA) de excluir al Polisario de las grandes reuniones con los socios internacionales marca un punto de inflexión en la diplomacia africana. Esta medida, impulsada por un creciente reconocimiento de la necesidad de reforzar la cooperación con actores estatales legítimos y estables, ha generado una reacción furiosa por parte del régimen militar argelino, que ve en el Polisario su peón en el ajedrez geopolítico del norte de África.
Durante la 45ª sesión del Consejo Ejecutivo de la UA en Accra, el ministro de Relaciones Exteriores argelino, Ahmed Attaf, casi al borde del llanto, expresó su descontento y desolación al confesar públicamente la estrepitosa derrota diplomática de los moradores de El Mouradia. Sus palabras reflejan no solo el fracaso del régimen argelino en imponer su agenda separatista dentro de la UA, sino también un reconocimiento tácito de la falta de legitimidad y apoyo que la causa del Polisario tiene en la escena internacional.
La exclusión del Polisario de las cumbres con potencias como China, Rusia, Italia, India, Turquía, Corea del Sur y Estados Unidos, entre otras, no es un mero accidente diplomático. Es el resultado de un esfuerzo concertado por parte de los amigos de Marruecos dentro de la UA para corregir un error histórico que ha permitido a una entidad sin las características de un Estado real ocupar un asiento en la mesa de las naciones africanas. Este cambio de política refleja una comprensión madura y estratégica de la UA sobre la importancia de fortalecer sus alianzas con socios internacionales sin ser obstaculizados por conflictos internos irresolutos y controversias separatistas.
El discurso de Attaf en Accra, lleno de quejas y acusaciones, es un claro ejemplo de la estrategia de victimización que Argelia ha utilizado históricamente. Sin embargo, esta vez, la comunidad internacional parece haber visto a través de la retórica vacía. La insistencia de Argelia en mantener al Polisario en el escenario internacional, a pesar de la falta de reconocimiento y relevancia, está resultando contraproducente. Las grandes potencias mundiales prefieren tratar con Estados soberanos y estables que pueden garantizar una cooperación fructífera y duradera.
La realidad es que el apoyo al Polisario ya no es la carta maestra que Argelia esperaba. La política geopolítica moderna favorece asociaciones sólidas y realistas, y la exclusión del Polisario es una clara indicación de que la comunidad internacional no está interesada en entretener aspiraciones separatistas infundadas. La decisión de la UA no solo refleja un cambio de política, sino también una señal clara de que la estabilidad y el desarrollo económico son prioritarios.
Para el Polisario, esta exclusión podría ser el principio del fin de sus ambiciones internacionales. Sin la visibilidad y el apoyo de los foros internacionales, será cada vez más difícil para el movimiento mantener su prefabricada causa en el primer plano. Esta marginación progresiva obligará a Argel y Tinduf a reevaluar sus estrategias y, tal vez, a considerar negociaciones realistas con Marruecos.
En última instancia, Argelia debe repensar sus prioridades y adaptarse a las nuevas dinámicas de la política internacional. El tiempo de los discursos dramáticos y las representaciones victimistas ha quedado atrás; ahora es crucial adoptar un enfoque más pragmático y realista. La exclusión del Polisario por parte de la UA es una decisión que refleja las realidades del mundo moderno: la pertinencia y la estabilidad son esenciales para una cooperación internacional exitosa. Es hora de que el régimen militar argelino acepte esta nueva realidad y ajuste su política en consecuencia.