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Walid El Moumen
La disminución de precipitaciones y la prolongada sequía, que persiste por su sexto año en Marruecos, ha resultado en una escasez de agua claramente observable en las reservas de embalses y ríos como en Moulouya. Esta reducción en el caudal del río mencionado se ha convertido en una amenaza directa para la vida de los agricultores marroquíes y su ganadería.
En declaraciones a ‘Africanews’, Mimoun Nadori, un agricultor que cultiva frutas y verduras en sus granjas en el norte del país, el agua del río ahora tiene un sabor salado.
«Cuando me despierto por la mañana, voy al río, pruebo el agua e inmediatamente vuelvo a casa porque lo que pruebo es el mar. Lamentablemente, esta es la situación», subrayó el agricultor.
El agua del mar Mediterráneo está afectando la tierra poco a poco. «Tenía dos vacas, eso era mi sustento. Las llevaba a beber agua del río. No sabía que se enfermaban porque bebían agua salada. Bebieron agua salada durante aproximadamente un año. Al principio dejaron de comer, luego murieron», contó Mimoun con tristeza.
Después de este acontecimiento, Nadori se ve obligado a importar agua para su gallinero, mientras que la degradación de la calidad del agua se agrava por el vertido de aguas residuales en el río. El agricultor señala que la responsabilidad de la situación es compartida entre la sequía (50%) y las actividades humanas (50%).
«No digo que las personas sean las únicas responsables, es 50-50. El 50% se debe a la sequía y el otro 50% al hombre», confirmó.
La sobreexplotación del río ejerce una presión adicional sobre los acuíferos, lo que obliga a los agricultores a cavar más pozos para compensar esta pérdida inesperada de agua desde un río que es considerado uno de los ríos más largos de Marruecos.
El río Moulouya, con su longitud de más 600 km, se considera la única fuente natural de agua en el noreste del reino, constituyendo así una fuente esencial para la diversidad biológica.