Rue20 Español/ Fez
Walid El Moumen
Con el objetivo de consolidar su presencia en África, Irán intenta expandir su influencia en el continente, utilizando todas las vías posibles para posicionarse en una región muy importante para todas las potencias mundiales. Desde el chiismo hasta los proyectos comerciales y económicos, Teherán se esfuerza con perseverancia por obtener su parte del pastel.
Sin embargo, estas ambiciones siempre se ven obstaculizadas por Marruecos, el país que, desde hace siglos, está presente en la región con su legado histórico, cultural, religioso-espiritual y comercial.
Para la revista española Atalayar, el Reino es el principal país regional que puede enfrentarse a la influencia de Irán y frenar su expansión. Algo normal para un país que es considerado la cuna del sufismo y la referencia del islam moderado.
Con sus imanes, zawiyas y los distintos movimientos sufíes, Marruecos ha logrado inspirar a varios países del continente, convirtiendo su Tariqa Tiyyania, por ejemplo, en Senegal, en un soft power que impulsa sus relaciones y sirve a sus intereses de manera flexible.
Todo este legado ha convertido a Marruecos en un lugar de encuentro habitual para diversos líderes políticos, religiosos y tribales de toda la región del Sahel, un centro que vincula todas las zawiyas sufíes existentes en África.
«La zawiya Tijaniya en Senegal celebra encuentros religiosos al estilo marroquí y conmemora la muerte de los reyes marroquíes, lo que indica la estrecha conexión entre estas zawiyas en África y Marruecos», escribió Atalayar.
De acuerdo con lo mencionado, se puede entender que la fuente de hostilidad procedente del país persa ya no surge de la nada. Cada intento de expansión de su ideología chiita como movimiento político se topa con la gigantesca piedra del islam sufí marroquí.
Varios analistas creen que Marruecos es el único país que puede frenar la agenda de los mulás en el continente. La relación entre estos dos polos es como una guerra fría entre Oriente y Occidente.
El investigador marroquí en seguridad y estudios estratégicos, Mohammed Al-Tayyar, señala a Al-Arab que «Irán intentó expandir su influencia sectaria en los países de África occidental y en los países del Sahel y del norte de África, pero se encontró con las raíces sufíes de Marruecos.
“La antigua autoridad religiosa marroquí constituye un obstáculo para la expansión del chiismo iraní”, agrega.
Para Al-Tayyar, la agenda expansionista del Ayatolá de Irán no puede seguir el ritmo de Marruecos, nación que ha renovado sus relaciones con las órdenes sufíes en África y se dedica a formar imanes y guías africanos en institutos religiosos nacionales a través de la Fundación Mohamed VI para Académicos Africanos.
Desde el ascenso de SM el Rey Mohammed VI al trono, Marruecos ha demostrado un interés inédito en el fortalecimiento de sus relaciones con los países subsaharianos y sahelianos, en el marco de la cooperación Sur-Sur.
La reciente iniciativa atlántica del Rey constituirá una base sólida para irradiarse en toda la región, consolidando así su influencia tanto a nivel económico como político. Un acto que seguramente disminuirá la influencia iraní, como ocurrió con Argelia de Abdelmadjid Tebboune.
Por este motivo, el presidente iraní, Ebrahim Raisi, aterrizó en Argelia y conversó con su homólogo Abdelmadjid Tebboune en la cumbre de países exportadores de gas. Aunque evitó hablar de la cuestión del Sahara marroquí durante una entrevista emitida por la televisión argelina, Raissi está buscando debilitar la influencia del Reino y lograr penetrar la región económica e ideológicamente.
«Esto pone de manifiesto cómo Irán trata de entrar en África, beneficiándose de las redes que ha logrado crear en algunos países africanos importantes como Nigeria, así como de las redes establecidas por su aliado Hezbolá dentro de la comunidad libanesa en África», analiza Atalayar.
Según la revista española, Teherán podría seguir lo que había emprendido en Oriente Medio, creando milicias, entrenándolas y suministrándoles armas, al igual que ha hecho con Hezbolá, Hamás, los hutíes de Yemen o las milicias proiraníes en Irak y Siria.
Varios expertos ven en el caso del conflicto argelino-maliense una obra planificada por mentes iraníes y ejecutada por manos argelinas. Es que lo que que llevó a Mali a congelar sus relaciones con Argelia es muy similar a lo que hace Irán públicamente en el Medio Oriente.
«Todos los pasos que da Irán en África están basados en una política que se caracteriza por un lenguaje revolucionario y una lógica antiimperialista del tercer mundo», asegura Atalayar.
Asimismo, muchos de los acuerdos firmados no logran el objetivo y su influencia choca, en el caso de África occidental o central, con Marruecos y Turquía, los dos imperios que rigieron el continente africano durante varios siglos.