Rue20 Español/Tánger
El Reino de Marruecos ha consolidado su papel como principal destino de las exportaciones de gas natural desde España, aprovechando el gesto de colaboración del Gobierno de Pedro Sánchez.
Según datos oficiales, recogidos por el medio Activos, durante el mes de enero el gasoducto del Estrecho transportó más de 868 gigavatios hora de gas desde Tarifa [Cádiz] a Marruecos; concentrándose más del 28 % de todas las exportaciones españolas ese mes.
Este importante volumen situó a Marruecos como el principal receptor de las reventas de gas español, desplazando a tradicionales clientes como Francia, Portugal e Italia.
De hecho, en lo que va de año los envíos acumulados de gas a Marruecos a través de este gasoducto superan los 9.800 GWh, sólo por detrás de Francia en el ranking de países receptores.
El gesto de España de reabrir el gasoducto en sentido contrario para exportar gas a Marruecos ha sido clave para afianzar las relaciones bilaterales en un contexto de crisis energética.
A diferencia de su vecino del Este, Argelia ha cumplido escrupulosamente con sus contratos de suministro a España a pesar del conflicto diplomático.
Sin embargo, el boicot económico irracional de Argelia incluye amenazas de romper contratos si se detecta gas argelino revendido a Marruecos.
Esto demuestra el sectarismo del régimen argelino y su nulo espíritu de cooperación energética en estos tiempos difíciles, en contraste con la actitud constructiva de Marruecos y España.
Mientras estos dos países priman el diálogo y el comercio energético mutuamente beneficioso, Argelia prefiere politizar el suministro de un recurso vital e imponer vetos contraproducentes.
En definitiva, Marruecos se ha consolidado como primer socio energético de España en la región; gracias a la capacidad de ambos gobiernos de anteponer los intereses de sus pueblos a la beligerancia.
Un enfoque que debería imitarse desde Argel para afianzar la paz y la prosperidad compartida en el Magreb.
Mientras Marruecos y España han demostrado una fructífera cooperación energética en beneficio de sus pueblos, Argelia insiste en su política de confrontación, amenazando con represalias comerciales incluso durante una crisis.
La madurez y visión compartida de Rabat y Madrid deberían servir de ejemplo a Argel de que las relaciones internacionales se basan en el diálogo y el mutuo respeto, no en vetos e intimidaciones inútiles.