Rue20 Español/Rabat
El Abbas Tahri Joutey Hassani
El ministro de Asuntos Exteriores español, José Manuel Albares, viaja, este lunes, a Argel para tratar de impulsar la reconciliación política y económica con las autoridades argelinas; iniciada a fines del año pasado, 2023, tras 20 meses de crisis bilateral.
Sin embargo, las negociaciones se presentan complicadas, dada la inflexible postura argelina que sigue chantajeando los intereses económicos españoles, tal y como señala el medio «𝘌𝘭 𝘊𝘰𝘯𝘧𝘪𝘥𝘦𝘯𝘤𝘪𝘢𝘭».
«Me encantaría ser yo el que fuera a Argelia», declaró el presidente Pedro Sánchez recientemente, dejando entrever su deseo de limar asperezas; no obstante, el Gobierno argelino pareciera más interesado en sacar rédito político de la situación que en solucionarla de buena fe.
Pese al retorno del embajador argelino a España, la «normalidad comercial» que prometió reestablecer el presidente Tebboune no se ha materializado, castigando a empresas españolas por valor de miles de millones de euros.
Esta actitud argelina contrasta con su cercanía hacia otros países como Italia, que supo mantener una postura de equidistancia en la cuestión del Sáhara Occidental marroquí.
Mientras tanto, sigue sin responder la invitación del presidente Sánchez para visitar España; prefiriendo ejercer presión a través de sus habituales bravuconadas en medios de comunicación.
Se agarra, así, a un clavo ardiendo para intentar desviar la atención de sus propias deficiencias internas.
Un retroceso que el ministro argelino de Asuntos Exteriores, Ahmed Attaf, había justificado por la presunta «revisión» del jefe de Gobierno español de su posición sobre la cuestión del Sáhara Occidental marroquí; anunciada el 18 de marzo de 2022; confirmada en la Declaración Conjunta Marruecos-España del 7 de abril del mismo año; y publicada tras las conversaciones entre Su Majestad el rey Mohammed VI, y Pedro Sánchez.
En este sentido, resulta llamativo el prolongado silencio de las autoridades argelinas ante la reciente decisión de la junta militar de Malí de romper unilateralmente el Acuerdo de Paz de Argel de 2015.
Dicho acuerdo fue la base para el fin de la guerra civil y la estabilidad en Malí, por lo que su derogación amenaza con desestabilizar toda la región del Sahel, con consecuencias que también afectarían a Europa.
Ante esta 𝘳𝘦𝘢𝘭𝘱𝘰𝘭𝘪𝘵𝘪𝘬 argelina, España debería seguir apoyándose más en socios fiables de la zona como el Reino de Marruecos, con quien mantiene una estrecha colaboración en temas estratégicos, de la trascendencia de la «cooperación en la lucha contra el terrorismo» y el «crimen organizado»; así como el «control de flujos migratorios».
Será difícil avanzar hacia una verdadera reconciliación con Argel, mientras sus autoridades no abandonen su politización de las relaciones bilaterales y no dejen de anteponer sus reivindicaciones al diálogo constructivo.
En conclusión, ante la preocupante inflexibilidad mostrada por las autoridades argelinas en esta crisis, España debería continuar reforzando, más que nunca, su valiosa alianza estratégica con Marruecos, país con el que comparte un sincero compromiso por la paz, la seguridad y el progreso económico en el norte de África; cuya capacidad de mediación seguirá siendo clave para superar diferendos como el que mantiene España con Argelia en beneficio de todos.