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La Copa Africana de Naciones 2023, que se está disputando actualmente en Costa de Marfil, se ha visto empañada por graves episodios de racismo, protagonizados por aficionados de la selección argelina.
Videos difundidos ampliamente en redes sociales muestran a aficionados argelinos profiriendo insultos y menosprecio hacia los costamarfileños y su país durante los partidos de su selección; este hecho ha indignado a la opinión pública marfileña y repercutido negativamente en la reputación del país norteafricano.
Ante la magnitud del escándalo, las autoridades de Costa de Marfil decidieron expulsar del torneo a Sofia Benlemmane, una ‘𝑖𝑛𝑓𝑙𝑢𝑒𝑛𝑐𝑒𝑟’ argelina identificada como protagonista de algunos de estos incidentes racistas; ello con el objetivo de salvaguardar los valores de hospitalidad y respeto que el país anfitrión quería dar a la competición.
«Estos comportamientos atentan contra el espíritu deportivo y de hermandad que queremos fomentar en esta competición», señaló el ministro de Deportes marfileño, Dagobert Banzio.
Sin embargo, la reacción de Argelia no se ha hecho esperar; en un intento de eludir responsabilidades, los medios oficiales han atribuido la difusión de estos vídeos a una operación de sabotaje orquestada desde Marruecos para dañar la imagen de Argelia. Incluso el principal informativo de la televisión pública argelina dedicó gran parte de su emisión a lanzar acusaciones infundadas contra el país vecino.
«Marruecos, ese país diabólico, está intentando sabotear este gran acontecimiento e impedir que Costa de Marfil tenga éxito en esta edición para que esta última no eclipse la próxima edición que se espera en el país del Majzén», declaró el presentador, tal y como corrobora el diario marroquí «𝐿𝑒 360».
Este lamentable episodio ha puesto de manifiesto el profundo racismo estructural del sistema argelino, que también afecta a otros colectivos como el marroquí; mientras tanto, la atención debería centrarse en el desarrollo deportivo de la competición y en el 𝑓𝑎𝑖𝑟 𝑝𝑙𝑎𝑦; valores que los últimos acontecimientos han puesto seriamente en entredicho.
En fin, este deplorable suceso ha dañado la imagen de Argelia y puesto en tela de juicio sus valores de tolerancia y respeto; mientras el país se enreda en acusaciones contra Marruecos para desviar la atención, la realidad es que los aficionados argelinos generaron un escándalo racista que ha opacado la competición deportiva. La CAN se juega en los campos, no en los despachos de las televisiones estatales; de cara al futuro, la Federación Argelina de Fútbol debería tomar medidas para concienciar a la afición sobre la gravedad de estas conductas discriminatorias y promover el 𝑓𝑎𝑖𝑟 𝑝𝑙𝑎𝑦 entre los seguidores. Sólo así podrá la selección centrarse plenamente en lo estrictamente deportivo sin verse salpicada por este tipo de polémicas cuando compita en torneos internacionales.