Rue20 Español/Casablanca
El Abbas Tahri Joutey Hassani
El 19 de enero de 1943, un avión despegó sigilosamente de una base militar estadounidense con un pasajero muy especial a bordo: el presidente Franklin Delano Roosevelt; su destino era la conferencia de Anfa (Casablanca) que se celebraría días después en el Protectorado francés de Marruecos; siendo un encuentro que cambiaría el curso de la Segunda Guerra Mundial [1939-1945].
El viaje histórico del presidente estadounidense Franklin D. Roosevelt a la Conferencia de Anfa en 1943 marcó un hito infranqueable, al ser el primer presidente en realizar un viaje oficial en avión; la conferencia tuvo lugar en Casablanca, Marruecos, donde Roosevelt se reunió con Winston Churchill y Charles de Gaulle con vistas a establecer las estrategias aliadas para derrotar a las potencias del Eje en la Segunda Guerra Mundial.
Pese a las objeciones de sus asesores, que preferían el transporte marítimo, Roosevelt comprendió la relevancia y necesidad de viajar en avión para poder llevar a cabo funciones presidenciales de forma ágil durante la guerra; el viaje aéreo a través de varias etapas resultó mucho más seguro y rápido que la alternativa por mar, donde los submarinos germanos acechaban.
La conferencia Anfa, Marruecos, tuvo implicaciones clave para el rumbo de la guerra; aquí se acordó exigir la rendición incondicional del Eje, invadir Italia a través de Sicilia y coordinar esfuerzos con la Unión Soviética. Otras conclusiones incluyeron el reconocimiento conjunto de Francia Libre, aunque De Gaulle tuvo tensiones con Churchill.
Tras la exitosa conferencia en suelo marroquí, Roosevelt realizó otras reuniones secretas de alto valor estratégico durante su viaje de regreso, como un encuentro con el presidente brasileño en Natal para coordinar el apoyo militar de Brasil a los Aliados; de este modo, Roosevelt demostró la importancia del avión presidencial para representar al país y gestionar asuntos internacionales clave de forma eficiente durante tiempos de guerra, abriendo el camino para esta práctica en las décadas siguientes.
La especial travesía de Roosevelt desde Estados Unidos hasta Casablanca, Marruecos, a bordo del hidroavión 𝐵𝑜𝑒𝑖𝑛𝑔 314 «𝐷𝑖𝑥𝑖𝑒 𝐶𝑙𝑖𝑝𝑝𝑒𝑟», fue todo un desafío para la salud del presidente, ya que padecía de «poliomielitis»; a pesar de a ello, enfrentó con valentía el viaje de más de 17,000 millas con varias escalas, involucrando en el Caribe y Brasil.
Algunos presidentes latinoamericanos también usaron aviones presidenciales en esa época, como Raúl Alfonsín de Argentina con el modelo «𝑇𝑎𝑛𝑔𝑜 01»; más adelante, los presidentes argentinos Menem, De La Rúa y los Kirchner hicieron uso de distintas aeronaves para representar al país, pese a algunos incidentes menores.
El trascendental viaje de Roosevelt estableció un precedente respecto a la necesidad del avión presidencial para representar a los EE. UU. de forma más ligera y segura en tiempos de conflicto o diplomacia internacional; demostró que, ante las necesidades de la función, el medio de transporte puede hacer una gran diferencia.
La Conferencia de Anfa, celebrada en 1943 —en la capital económica marroquí, que le da propio nombre—, tuvo consecuencias de largo alcance para el devenir de la Segunda Guerra Mundial; fue en esta cumbre donde los líderes aliados Roosevelt, Churchill y De Gaulle trazaron los lineamientos estratégicos que ayudarían a derrotar al Eje.
El crucial periplo de Roosevelt a Marruecos para participar en esta reunión marcó un antes y un después, al ser la primera vez que un presidente estadounidense se transportaba en avión para asuntos oficiales de esta envergadura; pese a los riesgos para su salud, puso de manifesto el valor de este medio para representar a su nación en plena contienda bélica.
Las conclusiones alcanzadas en suelo marroquí resultaron determinantes, tales como exigir la rendición incondicional del Eje o coordinar mejor los esfuerzos con la Unión Soviética; ello contribuyó a encaminar el curso de la guerra a favor de los Aliados.
Fue en suelo marroquí donde se concibió la estrategia que abocaría a la derrota de las potencias fascistas; y Roosevelt supo ver que el avión presidencial sería, de aquel momento en adelante, un activo diplomático imprescindible para Estados Unidos. Este sería apenas el comienzo de una era en la que los cielos se abrirían a la diplomacia del más alto nivel.
De este modo, la ciudad de Casablanca, en Marruecos, queda registrada en la historia mundial como escenario de una reunión diplomática que cambió el destino de la humanidad; habiendo sido escenario de enfática insistencia en la resolución del derecho de libre determinación de los pueblos. Es de más, Sirvió, en suma, de marco a la primera gran cumbre interestatal realizada con la asistencia de un presidente estadounidense transportado en la nueva modalidad del avión presidencial; un hito que abrió el camino al modelo actual de diplomacia aérea entre jefes de Estado.