Rue20 Español/ Fez
Walid El Moumen*
El diluvio del Al-Aqsa ha provocado varias divisiones en el mundo entero. Tanto partidarios como opositores defienden sus convicciones basadas según el país de origen, religión y también la ideología política adoptada.
Los árabes abogan por la independencia del pueblo palestino, convenciéndose que dicho diluvio es una resistencia legitima para poner fin al proceso de los asentamientos coloniales israelíes que cada día se aumentan cerca de la franja de Gaza, así como dentro del Cisjordania, gobernada por la autoridad palestina de Mahmoud Abbas.
Por otra parte, existen los occidentales que consideran Hamas como una «entidad terrorista» que amenaza la seguridad de la región, y que Israel tiene el derecho del contraataque, el derecho de ir más allá; infringir las leyes internacionales a través de un asedio que conoció la muerte de casi 2000 niños, el bombardeo del hospital Al-ma’madani (Baptista) y el corte del agua y la electricidad sobre la población inocente.
Sin embargo, para esclarecer la verdad y saber bien donde posicionarse, siempre hay que volver atrás, exactamente a la gota que colmó el vaso. Desde el Congreso de Basilea (el primer congreso sionista) en 1897, los judíos aspiraron a establecer un hogar nacional que unifica al pueblo escogido de Dios, un objetivo que tuvo el buen visto de la Gran Bretaña, y con su bendición entra en vigor a través de la declaración de Balfour (1917).
Esta declaración se coincidió con una estación muy decisiva en la historia de la región; la Primera Guerra Mundial y la revolución árabe contra el régimen sultánico de los otomanos. La Gran Bretaña aprovechaba la indignación de los árabes sobre los turcos, a causa del Safar Barlik (La política de servicio militar obligatorio que impuso el Imperio Otomano durante la Primera Guerra Mundial) y la política discriminatoria entre el hombre turco y el árabe, incentivándoles así para obtener su independencia y crear un Estado árabe que se extiende desde Siria en el norte hasta el Hiyaz en el sur.
Pero, siempre hay un precio que pagar en cambio de ese sueño, Palestina tiene que ser una tierra compartida entre los árabes y los judíos. Esa decisión fue aceptada por la élite de los árabes de la región, encabezados por el emir Faysal (el futuro rey de Siria y Irak), el hijo del Jerife de la Meca, Husein Al-Hashimi.
De ese modo, Faysal Ben Husein firmó el Acuerdo Faysal-Weizman de 1919 con el futuro presidente de la organización sionista mundial, Haim Weizman, con motivo de la conferencia de paz de París de 1919, organizada para negociar tratados de paz después de la Primera Guerra Mundial. Este acuerdo pretendía iniciar la cooperación judío-árabe para la creación de un hogar nacional judío en Palestina (entonces ocupada por el Reino Unido) y una nación árabe en la mayor parte del Medio Oriente.
Así, los Jerifianos de la Meca aceptaron los términos estipulados en la declaración de Balfour con la condición de que los británicos cumplieran las promesas de independencia del pueblo árabe. Pero nada de lo mencionado fue respetado, puesto que el Reino Unido tenía planeado dividir la nación árabe a varios países huérfanos, y consolidar la colonización occidental en la región basándose en Sykes-Picot (1916), el acuerdo secreto entre el Reino Unido y la Tercera República Francesa.
Muchos ven que dicho acuerdo es el punto de inflexión en las relaciones entre el mundo Occidental y el mundo árabe, porque es el que evaporó el sueño de la nación árabe, así como llevó al conflicto actual entre el Estado hebreo y el pueblo palestino árabe.
De esa forma, se puede concluir que el apoyo de Rishi Sunaky Emanuel Macron al Gobierno de Netenyahu no viene de la nada, sino que encarna lo que fue acordado entre Saykes y Picot, evoca la traición de los británicos y refleja el verdadero rostro de los occidentales.
De momento, la pregunta que se queda planteada es: ¿Hasta cuándo? ¿Hasta cuándo van a aguantar los árabes?
Si los europeos han vivido la época de oscuridad en la edad medieval, los árabes la están viviendo en la edad contemporánea. Y ahora, necesitan humanistas que dicen no a la tiranía occidental, necesitan un nuevo renacimiento para iluminar la población, y recuperar la herencia de los antecedentes.
*Hispanista marroquí
increíble .Este trabajo es rico en información