Rue20 Español/ Rabat
El Rey Mohammed VI dirigió, hoy martes, un mensaje a los participantes en la Conferencia parlamentaria «Diálogo interconfesional: trabajar juntos por nuestro futuro común», que se celebra del 13 al 15 de junio en Marrakech.
He aquí el texto íntegro del Mensaje Real, cuya lectura fue dada por el Presidente de la Cámara de Representantes, Rachid Talbi El Alami.
«Excmo. Sr. Presidente de la Unión Interparlamentaria,
Excmos. Sres. Jefes de Instituciones Legislativas,
Señores representantes de instituciones y organismos religiosos,
Señoras y Señores,
Nos complace expresarles, en primer lugar, Nuestra felicidad y Nuestra enorme consideración por haber elegido la tierra del Reino de Marruecos para celebrar esta importante conferencia internacional, única por su temática, y distinguida por la calidad de sus participantes, al reunir, por primera vez, a parlamentarios, en su calidad de legisladores y representantes de su pueblo, así como a un importante número de líderes religiosos, distinguidos académicos, expertos e investigadores de todo el mundo, para estudiar e intercambiar puntos de vista sobre un tema de gran actualidad y especial trascendencia, cuyas dimensiones todos conocemos a la luz de los contextos internacionales y regionales, y cuyas características son de todos sabidas.
Al dar la bienvenida a todos los participantes en este foro, queremos elogiar la iniciativa del Parlamento marroquí y la Unión Interparlamentaria de celebrar esta conferencia, encareciendo el paso dado por el diálogo interreligioso, al haber escogido un tema y un enfoque importantes para sus intervenciones, debates y deliberaciones, que esperamos contribuyan, a través de sus síntesis, conclusiones y recomendaciones, a renovar los enfoques y métodos de tratamiento que requiere el diálogo interconfesional, definiendo la naturaleza de las relaciones que deben reunir a los adeptos de las distintas confesiones, donde deben reinar la armonía, la paz y el respeto mutuo.
No cabe duda de que la Unión Interparlamentaria ha acumulado conocimientos y experiencia, extraídos de las diversas reuniones, conferencias y foros que ha ido convocando, sobre temas y cuestiones que en principio guardan una relación con el tema de esta conferencia, lo que podría enriquecer los debates y deliberaciones, propiciando elementos que constituirán una aportación cualitativa a dichos debates y deliberaciones, gracias al poder propositivo de los nuevos enfoques que serán presentados por las intervenciones del encuentro sobre las relaciones entre las confesiones, que ciertamente han de tener por base el diálogo serio, significativo y constructivo.
Señoras y Señores,
La humanidad se enfrenta a enormes desafíos y vive una situación de pugna entre crisis securitarias, económicas, políticas, sanitarias y ambientales, así como entre voluntades sinceras que obran con todos sus mecanismos, herramientas y energías para conseguir gestionarlas, contenerlas y tratarlas. No hay duda de que vuestra conferencia de hoy constituye una manifestación más de esta seria y sincera voluntad, ya que se implica en una reflexión colectiva que busca desarrollar un plan de acción para parlamentarios y actores religiosos, a escala nacional e internacional, evocando la grave coyuntura que nuestro mundo atraviesa en el día de hoy, enfrentándose a sesgos del extremismo, egoísmo, odio y ostracismo, así como a actos terroristas que explotan los contextos especiales para asentar proyectos subversivos en nombre de la religión, sin que ésta tenga ninguna relación con todo ello.
De este modo, se engaña a la opinión pública, acá y allá, con pretensiones de que el asunto está relacionado con el choque de religiones y civilizaciones, cuando en realidad, tal y como subrayamos hace más de veinte años, con ocasión de la inauguración de la 107ª sesión de la Conferencia de la Unión Interparlamentaria, nuestro mundo asiste a un choque de ignorancias y no de civilizaciones.
Señoras y Señores,
Es realmente lamentable que nos sigan llegando informaciones sobre actos de violencia, represión y asesinatos, relacionados con las creencias religiosas o doctrinales, o a causa de la pertenencia a una determinada civilización, y que la hostilidad hacia las religiones se convierta en un elemento favorito que algunos utilizan para sus pujas electorales.
Lamentamos también que los espacios de debate público, incluidos algunos medios audiovisuales y plataformas públicas, se acostumbren a la estigmatización del otro por su religión, color u origen, con todos los riesgos que esto implica para la conciencia y la cultura de las personas, atentando contra la opinión pública. La memoria global registra actos de genocidio y guerras devastadoras que arrancaron de discursos e ideologías de intolerancia hacia creencias religiosas, sectas o razas.
A diferencia de las Cartas internacionales de derechos humanos, consensuados por la comunidad internacional, hoy proliferan ideologías y discursos de desigualdad natural; que clasifican a las personas según sus religiones, su origen y el color de su piel, y se teorizan y promueven como si se tratara de una teoría normal y legítima.
En realidad, nos hallamos ante indicios muy negativos sobre el futuro de las relaciones entre religiones y civilizaciones, lo que requiere una movilización de todas las energías que creen en la igualdad entre religiones y civilizaciones y entre los hijos de Adán, a fin de revertir esta ecuación, y adoptar políticas que detendrían este peligroso declive en la conciencia humana.
Sin duda alguna, las instituciones representadas por los participantes en este congreso se hallan en el centro de la noble batalla por el entendimiento, la tolerancia y la convivencia, a través de una labor institucional educativa y de sensibilización. Efectivamente, el fanatismo no existe en las religiones ni en los tratados religiosos, sino que se rige por los intereses que ese fanatismo encubre. No existen palabras más significativas que las coránicas cuando glorifican la unidad de las religiones. Dice el Altísimo: “Decid: Creemos en Dios y en lo que se nos ha hecho revelar y lo que se hizo revelar a Abraham, a Ismael, a Isaac, a Jacob y las doce tribus; en lo que fue dado a Moisés y a Jesús; en lo que fue dado a los profetas por su Señor; no diferenciamos entre ellos y Le somos sumisos.” (La Vaca, aleya 136).
Señoras y Señores,
El sombrío panorama que hoy vive el mundo con relación al conflicto de las creencias no nos puede encubrir los aspectos positivos y luminosos, así como las valientes iniciativas que buscan fortalecer los puentes de comunicación, consolidando los valores de tolerancia, entendimiento y convivencia entre los pueblos y componentes de la comunidad internacional y entre seguidores y adeptos de las diferentes religiones. Es un motivo de satisfacción ver que hay hombres y mujeres tanto en Occidente como en Oriente, en el Sur como en el Norte, de conciencia viva y decisores políticas racionales, así como personas de libre opinión y pensamiento ilustrado, que ostentan la responsabilidad de enfrentar el odio y construir puentes de diálogo y entendimiento entre las diferentes religiones, civilizaciones y culturas.
Muchísimo nos alegra que ustedes, todos los que participan en este foro, formen parte de estas élites políticas, de líderes religiosos, intelectuales y pensadores, que creen que la sucesión en la tierra, como la quiso Dios Todopoderoso, es para el conocimiento, la cooperación y la convivencia, en el seno de la divergencia, religiosa y doctrinal, que es una responsabilidad y una prenda que asume toda la humanidad.
También estamos convencidos de que, si las voluntades de estas élites llegaras a asociarse, en este caso el diálogo entre las religiones y la apuesta por una convivencia positiva entre las mismas, el entendimiento y la cooperación para los objetivos humanitarios, se transformaría en una palanca básica para evitar a la humanidad los males de los disturbios, el dolor y el sufrimiento.
Ello será posible -siendo esta una de las apuestas de vuestra conferencia- cuando unamos las palabras a los actos, procurando renovar el concepto de diálogo entre las confesiones y logrando un salto cualitativo en la conciencia colectiva con respecto a la importancia del diálogo y la convivencia, así como con relación a los peligros de no abandonar la lógica del ostracismo, el fanatismo y el ensimismamiento.
También esperamos que la Conferencia de Marraquech ofrezca una respuesta racional, prudente y convincente al fanatismo, odio y menosprecio por las religiones y el trato a las personas según su religión, secta, raza o piel.
Estamos convencidos de que la diversidad de vuestras posiciones y de vuestras convicciones políticas, intelectuales y religiosas, constituyen un factor decisivo para lograr esta ambición. En efecto, si los parlamentarios poseen autoridad para ratificar la legislación que facilita el diálogo y evita los discursos de ensimismamiento y fanatismo; a los responsables de las fundaciones y los líderes religiosos les corresponde la función de orientación y concienciación, asumen la implementación de sus poderes espirituales para orientar y advertir contra los deslices que pueden menoscabar la convivencia y el diálogo fecundo entre las religiones.
También debemos comprender que el sentimiento de miedo a una determinada religión, o quizá el hecho de infundir temor hacia la misma, se convierte en una especie de odio hacia las manifestaciones de esta religión y a la cultura asociada a la misma, y por consiguiente, a una instigación contra ella, desembocando en la discriminación y actos de violencia. Desgraciadamente, muchos medios de comunicación que cuentan con una nutrida audiencia, no hacen sino dedicar sus editoriales a producir espirales de fanatismo, y fanatismo contrario.
Señoras y Señores,
Esperamos que vuestra conferencia culmine con planes de acción que serán implementados de manera decisiva por los tres componentes que ustedes representan, tanto a nivel de cada país como a escala internacional. En este sentido, insistimos en la importancia de crear una herramienta mixta, cuyos trabajos han de ser coordinados desde la Unión Interparlamentaria, con vistas a hacer del diálogo interreligioso un noble objetivo común a todos los componentes de la comunidad internacional y defendido en los foros internacionales, considerándolo como uno de los estándares de la gobernanza democrática en la práctica parlamentaria, y uno de los indicadores del respeto del pluralismo y de la diversidad cultural.
Si la convivencia parte del principio de que la religión constituye un baluarte contra el extremismo y no un vehículo para el mismo, la consolidación de este principio y el respeto de las diferentes religiones, requiere un esfuerzo pedagógico y educativo por parte de las escuelas, las universidades y los medios de comunicación, así como por las instituciones religiosas y espacios de debate público responsable. Por ello, esperamos que el documento con el que culminarán vuestros trabajos, incluya sugerencias prácticas para lograr tal objetivo.
No cabe duda, Señoras y Señores, de que están en condiciones de constatar las devastadoras repercusiones que pueden tener el menosprecio y falta de respeto de las religiones, así como la magnitud de los desastres internos y transnacionales que ello puede generar, además del coste humano y material que representan para la estabilidad internacional, que viene a constituir una condición fundamental para el edificio institucional y democrático, así como para el desarrollo y la prosperidad.
Señoras y Señores,
El Reino de Marruecos vela por seguir constituyendo un modelo de Estado en el que los adeptos de las religiones celestiales conviven sobre su suelo, en el seno de la fraternidad y la seguridad, siempre fiel a su ancestral historia marcada por la diversidad y el pluralismo religioso y cultural que caracterizaron el ente marroquí a lo largo de los siglos. En efecto, sobre esta tierra, y desde hace siglos, convivieron y siguen conviviendo musulmanes, judíos y cristianos. El suelo marroquí acogió a miles de personas, entre musulmanes y judíos, que huían de la persecución religiosa que tenía lugar en la Península Ibérica durante los siglos XV y XVI, ofreciéndoles generosa protección.
Por otra parte, la historiografía contemporánea recuerda toda la solicitud y protección con que Nuestro llorado abuelo, Su Majestad el Rey Mohammed V, Dios lo tenga en Su Santa Gloria, rodeaba a miles de personas de confesión judía que huían de la persecución del gobierno de Vichy, aliado de los nazis.
Nuestro Augusto Padre, el llorado Soberano, Su Majestad el Rey Hassan II, Dios lo tenga en su Santa Gloria, emprendió la misma vía, durante el período que ocupó el Trono de sus gloriosos antepasados, de prodigar su solicitud hacia los ciudadanos marroquíes de confesión judía, velando por consolidar los valores de convivencia y fraternidad entre todos los marroquíes, sean musulmanes o judíos.
La historia atestigua también que Su Majestad, Dios lo acoja en su Gloria, tomó la iniciativa de recibir a Su Santidad el Papa Juan Pablo II en 1985, en su primera visita a un país musulmán. Treinta y cuatro años después de esta visita histórica, Hemos recibido en marzo de 2019 al Sumo Pontífice, Su Santidad el Papa Francisco, a quien invitamos a efectuar una visita oficial a Marruecos, convencidos de la nobleza del diálogo interreligioso y de la importancia de orientar los esfuerzos de las autoridades religiosas al servicio de la paz, la cooperación y la fraternidad humana.
Por otro lado, y desde nuestra accesión al Trono, Hemos velado por reforzar el espíritu de fraternidad, convivencia, cooperación y cohesión entre los marroquíes, sean judíos o musulmanes, en tanto que uno de los pilares fundamentales de la civilización marroquí. En este sentido, el tejido urbanístico de las ciudades marroquíes abunda en imágenes elocuentes, donde mezquitas, sinagogas e iglesias se erigen unas cerca de otras. No se trata aquí de necesidades impuestas por imperativos urbanísticos, sino que obedecen a dimensiones espirituales, humanas y civilizatorias inherentes a la sociedad marroquí, así como a los principios de tolerancia que caracteriza a nuestra sociedad.
Señoras y Señores,
En efecto, el Islam es la religión del Estado, pero la Constitución del Reino de Marruecos afirma también que el Estado garantiza a todas las personas el libre ejercicio de su culto. En Nuestra calidad de Soberano de Marruecos y Emir de los Creyentes, Nos ha sido confiada la responsabilidad de velar por la libertad de ejercicio del culto religioso, así como por la protección de los judíos y cristianos marroquíes procedentes de otros países y viven sobre el suelo de Marruecos.
Habida cuenta de la distinguida consideración de que goza Marruecos en materia de moderación y convivencia religiosa, es normal que el Reino de Marruecos sea uno de los países pioneros en crear herramientas internacionales para el diálogo de civilizaciones, y otras para hacer frente al terrorismo, extremismo y radicalismo, como es el caso del Foro Global para la Alianza de Civilizaciones, cuya IX sesión fue celebrada en noviembre de 2022 en la ciudad de Fez; una ciudad histórica que encarna una ancestral civilización y una convivencia religiosa.
En este sentido, Hemos velado por que el Reino de Marruecos tenga una distinguida contribución en la creación y estructuración de este foro, asegurando la regularidad de sus trabajos, convencidos de que el mismo constituye un marco que mira hacia el futuro y hacia la concordia civilizatoria, con vistas a asentar la paz y facilitar la vida en común.
Con idéntica determinación y empeño, Marruecos participó en la creación de otras herramientas, y continúa su contribución a fin de fortalecer su posición y protagonismo, acogiendo sus foros, como es el caso de la Conferencia Internacional para el Diálogo de las Culturas y las Religiones, y la Conferencia sobre “Los derechos de las minorías religiosas en las tierras islámicas”.
Por otra parte, bien conocen ustedes la decisiva y eficaz contribución de Marruecos al establecimiento y estructuración del Foro Global contra el Terrorismo, en el cual el Reino de Marruecos asumió la copresidencia durante tres periodos, desde 2015 hasta 2022. He aquí unas políticas voluntaristas que nos han dictado nuestras responsabilidades y compromisos para con la comunidad internacional, con todos sus componentes.
Señoras y Señores,
Del mismo modo que estamos convencidos de la importancia de la convivencia y del diálogo, aferrándonos a los valores de la moderación, la tolerancia y el rechazo a toda forma de radicalismo, odio y extremismo, estamos igualmente persuadidos de la necesidad de implementar políticas que faciliten el logro de estos objetivos. En este sentido, en Marruecos nos enorgullece cuanto hemos realizado en el ámbito de la gestión del campo religioso y de las prestaciones de las instituciones que Hemos velado por crear con este propósito, incluidas aquellas previstas por la Constitución, especialmente el Consejo Superior de Ulemas, único organismo habilitado para emitir fetuas, evitando así cualquier aberración o desvío de sus propósitos.
De igual modo, y con todo derecho, nos enorgullecen las realizaciones de las instituciones de asesoramiento religioso que Hemos creado con el fin de difundir los valores de moderación, tolerancia y convivencia. En particular, se trata, de la Rabita Mohammadia de Ulemas, uno de los principales socios en la organización de la presente conferencia , el Instituto Mohammed VI para la Formación de imanes, morchidin y morchidat (predicadores y predicadoras), y la Fundación Mohammed VI de Ulemas Africanos, que se encarga de unificar y coordinar los esfuerzos de los ulemas musulmanes africanos para introducir estos valores, en consideración de nuestro compromiso para con el deber de solidaridad y cooperación espiritual respecto a nuestros hermanos en los demás países africanos.
En este sentido, hemos de comprender que nuestro éxito en el afianzamiento de un diálogo productivo entre religiones y civilizaciones, nos va a permitir la presentación de respuestas a numerosos problemas y desafíos que amenazan el futuro de nuestro planeta y el destino de nuestra vida en común. Nos hallamos todos en el mismo barco que encara un destino común. Ante estos desafíos, nos debemos imaginar el mundo que vamos a legar a las generaciones futuras. He aquí una responsabilidad que corresponde a los parlamentos, a las instituciones religiosas y a las élites intelectuales, así como a los gobiernos, a la sociedad civil y a los medios de comunicación.
Para concluir, quisiera reiterarles la bienvenida como distinguidos invitados en Marruecos, vuestra segunda patria y tierra de tolerancia, convivencia, diversidad y fraternidad; tierra de los fructíferos encuentros sobre los temas más relevantes, que buscan el servicio de la humanidad y de su futuro, deseando pleno éxito a vuestros trabajos.