Rue20 Español/ Rabat
Ismail El Khouaja
Marruecos es un país con una diversidad lingüística y cultural milenaria, fruto de siglos de historia y de convivencia con diferentes pueblos del Globo. Esta diversidad cultural queda reflejada en el mosaico lingüístico del país, algo que hace que los marroquíes se conviertan en políglotas desde bien niños. Tantos años para aprender diversos idiomas: árabe, amazigh, francés, inglés, español, alemán, etc.
De toda esta retahíla de idiomas, el francés fue el que se impuso con mucha fuerza no por su estatus internacional, cada vez más en declive, sino por una élite gobernante esclava y rehén de una ideología francófona completamente ciega.
El inglés, por ser la lengua del mundo, empieza a ganar terreno, principalmente en la nueva generación. Mientras que los idiomas oficiales, el árabe y amazigh, resisten para mantener su estatus constitucional en medio de esta potente política lingüística que vive el Reino desde su independencia en 1956.
El español, en permanente evolución, también puja por tener mejor posición. España tiene movilizados una extensa red de centros educativos (11 en total) y varios institutos Cervantes (6 sedes además de extensiones en diferentes ciudades). Tiene todas las de ganar, ya que el español cuenta con una legitimidad histórica (Al-Ándalus y Protectorado) y proximidad geográfica única, lo que hace de este idioma europeo, a diferencia del francés o inglés, parte de la identidad marroquí.
La Séptima Semana de la Lengua Española en Marruecos, que se celebra estos días en el Instituto Cervantes de Rabat, sacó a flote esta realidad, lamentablemente no muy valorada por la élite gobernante.
Mohamed Abrighach, profesor de literatura española en la Universidad Ibn Zohr de Agadir, recordó, al margen de su participación, que el español «fue la primera lengua europea» que se empezó a usar (social y oficialmente) en Marruecos desde el siglo XVI, refiriéndose a las cartas escritas entre el sultán Ahmed al Mansur y el rey Felipe II.
En la misma línea, Abderrahman El-Fathi, profesor de literatura española en la Universidad Abdelmalek Essaadi de Tetuán, reveló un dato muy importante: “En Marruecos hay más hispanohablantes que en Uruguay, Guinea Ecuatorial y Panamá. El español forma parte de la identidad marroquí», dijo.
Estos dos datos de dos grandes académicos hispanistas han tenido mayor impacto en la prensa internacional y han resumido la importancia que debería tener hoy la lengua de Cervantes en Marruecos.
Sin embargo, esta voluntad se choca con una amarga realidad que se hizo notar al margen de la misma inauguración de este evento cultural. A esta cita, cuyo objetivo es dar a conocer a los marroquíes la importancia del español, las oportunidades que ofrece en las áreas de estudios y de trabajo tanto en España como en América Latina, sólo acudió el segundo responsable del Ministerio de Cultura marroquí. Los ministros del Gobierno, sobre todo los de Educación y Enseñanza, brillaron por su ausencia.
Mientras tanto, la Casa Real fue muy bien representada con la participación del traductor del Rey y el historiador Hussain Bouzineb y la asistencia del Consejero del Rey y ex embajador de Marruecos en España, Omar Azziman.
Esta séptima edición normalmente adquiere mayor importancia que las anteriores, primero porque se celebra en público tras dos años en modo virtual por pandemia, y también porque coincide con la nueva dinámica de relaciones que viven los dos países tras la adopción de una nueva hoja de ruta en la que el factor académico y cultural es determinante.
Comparada con las anteriores ediciones, la tercera edición, por ejemplo, contó con la presencia de destacados miembros del Gobierno marroquí como el Secretario de Estado encargado de la Formación Profesional, Mohamed El Gherras, ministro delegado encargado de la Reforma de la Administración y de la Función Pública, Mohamed Benabdelkader, la diplomática Bouchra Boudchiche, entre otros.
La política de apertura que adoptó Marruecos hacia los países latinoamericanos tras la visita del Rey en 2004 merece mayor implicación del gobierno de Marruecos. El Senado y el Congreso marroquí son hasta hoy los únicos que mueven fichas en esta parte importante del planeta, consagrando lo que es la diplomacia parlamentaria y cultural, clave para recuperar años de desconocimiento con pueblos de más de veinte países. Queda mucho trabajo por hacer.
Es de recordar que la celebración de esta semana es una iniciativa de las Embajadas de los países hispanohablantes acreditados en Marruecos, a saber: Argentina, Chile, Colombia, Cuba, España, Guatemala, Guinea Ecuatorial, México, Panamá, Paraguay, Perú, República Dominicana, El Salvador y Venezuela, en colaboración con el Instituto Cervantes y la Embajada de España.