Rue20 Español/ Sidi Kacem
Mohamed Charbi
Marruecos es uno de los vecinos imprescindibles de la Unión Europea (UE). Es una puerta a través de la cual la UE se abre al mundo. Es un socio clave y un eslabón esencial para la seguridad y estabilidad tanto de su región como de la zona europea.
«La vecindad europea es mucho más que un concepto, un mecanismo o un instrumento. Es la primera y, sin duda, la más importante de las puertas a través de las cuales la Unión se abre al mundo, a sus socios y a sus aliados. Bajo la inspiración de nuestros principios y de su influencia sobre el terreno, subyace en todo momento un imperativo en las acciones de cooperación con nuestros vecinos, especialmente los del Sur, que nunca debe faltar: comprender sin juzgar, construir sin imponer y asumir sin eludir», escribe Elena Valenciano, exvicepresidenta del Grupo Socialista en el Parlamento Europeo y exportavoz socialista en el Congreso de los Diputados, en un artículo titulado «¿Y si nuestro futuro pasara por el Sur?», publicado este sábado en El País.
«Marruecos es sin duda uno de los países con los que nuestra cooperación de vecindad es más profunda. Y con razón, porque a menudo es en Rabat donde se conforman las estrategias del espacio euromediterráneo, así como la interdependencia de hecho que une nuestros destinos con África. En este sentido, Marruecos es el primer eslabón, el primer anclaje de esta integración progresiva hacia la que tiende», agrega.
«La Unión se construyó sobre valores compartidos a los que Marruecos no es ajeno. La diferencia de cultura no corresponde siempre a una diferencia de elección o de convicción. Por el contrario, con Marruecos, la alteridad encuentra a menudo vías para enriquecer regularmente las orillas del Mediterráneo con una misma ambición: la de avanzar juntos y que prevalezca un interés que es mutuo, sin ningún género de dudas», prosigue.
Según Elena Valenciano, «la Unión Europea debe saber valorar sus acervos diplomáticos en un escenario mundial fuertemente fragmentado e inestable. El futuro europeo se construye en el Sur. Lamentablemente, esto no siempre se refleja en los mecanismos de cooperación que aplicamos con los países vecinos».
«Con Marruecos, tenemos quizás más que nunca la oportunidad de innovar, de dar ejemplo y de imprimir un nuevo impulso al sentido de la Historia», destaca.
Para la exvicepresidenta del Grupo Socialista en el Parlamento Europeo, «la próxima Presidencia española del Consejo de la UE sería un buen momento para este ejercicio. España es sin duda el país de la UE que mejor entiende a Marruecos, y la evolución reciente de las relaciones entre Rabat y Madrid no puede sino reforzar esta observación».
En el mismo contexto, subraya que «la dinámica es tal que España tiene en sus manos las cartas para liderar el proyecto euromediterráneo, con el apoyo de su vecino del Sur, que, a menos de 14 kilómetros de distancia, nunca ha estado tan cerca política, diplomática y económicamente como hoy».
«La seguridad, la migración, la energía, la educación, la lucha contra el terrorismo y el desarrollo económico constituyen el núcleo de nuestro diálogo con Rabat, asuntos, todos ellos, que, si se abordan con eficacia, aportarán tranquilidad a la UE, desarrollo a África y una mayor coherencia a nuestro proyecto común euroafricano», añade.
Recuerda también que «Marruecos, como socio fiable, ha estado presente en todo momento, incluso en el momento más difícil de la crisis de la covid, para cumplir su parte de responsabilidad».
«La UE -prosigue- sabe que Rabat escucha y es un socio fiable. Esto es tanto más notable cuanto que el eje de cooperación Bruselas-Rabat contrasta claramente con las preocupantes inestabilidades que prevalecen en la región norteafricana».
Para la exportavoz socialista en el Congreso de los Diputados, «en este sentido, Marruecos no es una opción, sino más bien un paso ineludible cuando casi ninguno de nuestros canales con los países de la región puede presumir del mismo grado de madurez».
«Lejos de ello, nuestra relación con Marruecos no es puntual ni exclusivamente bilateral. Tiene una sólida dimensión regional. La paz en África es la paz en Europa, y lo contrario también es cierto», explica.
«En un momento en el que Europa defiende con orgullo y firmeza la integridad territorial plena e incondicional de nuestros amigos ucranianos, debemos asegurarnos de que no prevalezcan medias tintas en nuestro compromiso con el Sur, ese Sur en el que, probablemente se inscriba nuestro propio futuro», concluye.