Rue20 Español/ Rabat
María Traspaderne
Cae la noche en Marruecos y mil personas a lo largo de todo el país se afanan, desde minaretes de mezquitas, colinas o «madrasas», en divisar «a ojo desnudo», en el horizonte, la finísima «c» de la luna cuando sale de su estado de nueva y empieza a crecer. Es la aparición que marca el inicio del Ramadán.
Todos tienen un teléfono al que llamar, el del centro de coordinación del Ministerio de Asuntos Islámicos donde, cada año, se decreta el comienzo y el fin del mes sagrado musulmán. De sus palabras depende que millones de marroquíes comiencen ayunar un día u otro.
Este miércoles, EFE fue testigo de esta tradición milenaria que se mantiene en el siglo XXI y se coordina en una sala del ministerio situada en las dependencias del Palacio Real de Rabat.
En ella, una decena de funcionarios aguardan atentos la primera llamada en torno a una enorme mesa ovalada, ante teléfonos que hoy empiezan a sonar dieciséis minutos después de la primera salida prevista de la luna en Marruecos, en el extremo más oriental del país.
Se trata de la provincia de Figig, donde este miércoles el sol se pone a las 18.24. A las 18.40, el funcionario Dris Raouai, recibe una llamada al móvil.
– Muy bien, entonces ya está confirmado. En Tuisit han visto la luna.
A su alrededor, empieza el movimiento. Con un solo avistamiento de un comité formado por cuatro personas, esta vez de un pequeño enclave a pocos kilómetros de la frontera argelina, ya se da por confirmado el creciente lunar y se decreta el inicio del Ramadán: como en otros países, en Marruecos también empezará este jueves.
Un minuto después, Raouai recibe otra llamada. «En Berkan lo mismo», dice sobre una localidad al noroeste de Tuisit. Desde ese momento, los teléfonos no cesan.
El primero en ser informado del avistamiento de Tuisit, cuenta Khalid Boutayeb, presidente de la Dirección de Peregrinaje del Ministerio, es el rey Mohamed VI. De la sala, sale una persona encargada de hacerlo, y dentro un escriba se afana en rellenar en unas hojas el calendario del ramadán de 2023 y los horarios de los cinco rezos diarios de cada día destinadas al monarca.
Lo hace en unos papeles adornados de filigranas, hechos a mano, con copias para los príncipes y las princesas, cuya elaboración, explica Boutayeb, ha llevado tres meses.
La aparición y desaparición de la luna en el cielo es la que rige el principio y fin de los meses del calendario musulmán, que pueden ser de 29 o 30 días. El noveno de ellos, el sagrado, se llama ramadán.
Se celebra porque en ese periodo le fue revelado el Corán a Mahoma por Dios, Alá, y el texto sagrado musulmán dicta, en su capítulo segundo, que «quien de vosotros esté presente ese mes, que ayune en él».
«Comed y bebed hasta que al amanecer se distinga un hilo blanco de un hilo negro», manda el Corán, que establece «un ayuno riguroso hasta la caída de la noche», cuando tampoco se puede fumar ni mantener relaciones sexuales.
El día 29 del «shaaban», el mes anterior al ramadán, se visualiza la luna para determinar cuándo empezará el mes siguiente. Si se ve el astro, la festividad comienza al día siguiente. Si no, dos días después.
Cada país musulmán establece ese calendario con su propio método y sus propios expertos, con lo que puede haber discrepancias de un día arriba o abajo.
Este martes, varios países de Oriente Medio, como Arabia Saudí, Emiratos Árabes Unidos o Catar, otearon el cielo y, al no poder ver la luna, anunciaron que el jueves comenzará el mes sagrado.
En la región del Magreb, Túnez también oteó el cielo y tampoco vio la luna, con lo que decretó el comienzo el jueves, mientras que Argelia, Mauritania y Libia lo escrutan este miércoles en busca de algún rastro del creciente lunar.
EN MARRUECOS, SOLO EL OJO HUMANO
Para vislumbrar la luna, Marruecos usa el método más rigorista: el ojo humano, sin artilugios que ayuden a la vista como en otros países.
En Arabia Saudí (cuna del islam y que muchos países usan como referencia) y Túnez, por ejemplo, los oteadores pueden utilizar telescopios, algo terminantemente prohibido en Marruecos.
Es la forma más purista, que para los marroquíes se acerca más a los tiempos de Mahoma. Según Boutayeb, solo en otros dos países musulmanes, Irán y Omán, se hace de esta forma, y Marruecos es el único que repite el rito cada mes de cada año.
Sus mil oteadores son imanes, adules (notarios islámicos) o funcionarios, pero también militares de algunas partes fronterizas del país, explica Boutayeb. Unos minutos después, aparece en la sala, de uniforme, uno con una carpeta bajo el brazo. Ellos también han visto hoy la luna. EFE