Rue20 Español/ Rabat
Adil Arbai
Por fin, los ministros del Gobierno de Akhannouch intervinieron para defender a los periodistas, con la esperanza de mejorar su situación, luego de que el Consejo Nacional de Prensa se desviara de sus tareas y roles en la época de quienes se aferran a cargos y sillas.
Los periodistas marroquíes esperaban a que el Consejo sirviera a la profesión. Sin embargo, los que dirigen este Consejo sólo estaban preocupados por atender sus asuntos personales, hasta que finalmente se dieron cuenta de que su mandato estaba a punto de terminar – o mejor dicho terminó- y no aportaron prácticamente nada para el sector más allá de sus intereses personales, que mejoraron notablemente y pasaron a tener chóferes, coches de lujo y vivir en barrios de lujo.
Los ministros de Comunicación y Presupuesto, a través de medidas prácticas, se mostraron más deseosos de servir al sector de la prensa que aquellos que eran periodistas sin huella y se convirtieron en “personajes” que asomaban a los periodistas desde la torre de marfil con habanos (puros cubanos) y desde sus lujosas villas.
El Sindicato Nacional de la Prensa Marroquí, por su parte, se quedó con los brazos cruzados ante el hundimiento del sector de la prensa, sin mover un dedo. ¿¡Cómo soñarían los periodistas con un sindicato que los defienda, cuando aún no se ha liberado del poder de “Putin” y “Medvedev” de la prensa marroquí?! Un sindicato cuya presidencia estuvo entre dos personas que se turnaban sin vergüenza, con una fe puramente soviética en la democracia.
La tardía subida en el tren de los dos ministros no le quita al Sindicato – que obtiene anualmente cientos de millones del dinero público, tal vez gastados en mensajes de pésame y fiestas musicales – la toga del gremio muerto.
El Sindicato no tomó ninguna iniciativa de peso para mejorar el estatus de los periodistas y proteger las empresas periodísticas, hasta que la Asociación Nacional de Medios y Editores rompió este estancamiento y tomó la antorcha de defender a los periodistas y empresas periodísticas para salvar el sector.
La batalla ahora, compañeros periodistas, es derrocar a los ídolos del Consejo Nacional de Prensa y del Sindicato para salvar estas instituciones del “secuestro” para acoger y proteger a los verdaderos periodistas profesionales, y no a aquellos que viven en torres de marfil y en aviones de viaje y que sirven los intereses partidistas.