Rue20 Español/ Rabat
Aunque Marruecos ha mejorado muchísimo, queda todavía mucho por hacer. Todavía se necesita la generosidad y solidaridad de la gente y las partes que tienen potencial económico para ayudar a los niños necesitados y los inmigrantes.
Así lo ve el Cardenal y arzobispo de Rabat, Cristóbal López Romero, sacerdote y religioso salesiano, en una entrevista concedida hoy al diario digital omnesmag con motivo de la celebración de la Jornada de la Infancia Misionera.
El Cardenal dijo que Marruecos es un país que todos los años recibe ayuda de Obras Misionales Pontificias y, en concreto, a través de Infancia Misionera, obtiene fondos para proyectos infantiles, como casas de acogida, comedores, etc. También dio una visión general sobre los proyectos que tiene Obras Misionales Pontificias en Marruecos.
‘Las dos archidiócesis que existen en Marruecos, Rabat y Tánger, presentan cada año diversos proyectos de tipo religioso, social y cultural a las OPM. Entre las de tipo cultural destaca el apoyo a bibliotecas y centros culturales en Meknès, Beni-Mellal, Rabat y Casablanca. Dichos centros son lugares de encuentro y de diálogo islamo-cristiano, así como también de servicio a los estudiantes de diversos niveles que no disponen en sus casas de lugares adecuados para el estudio’, reconoció.
Además, dio más detalles sobre las actividades sociales de la Iglesia en Marruecos. «En el campo social, destacamos la escuela Effetá para sordo-mudos, el Hogar Lerchundi para el apoyo escolar de niños de familias desfavorecidas, la casa de acogida para niñas (Dar Tika) que deben ser protegidas, el orfelinato Lalla Meriem y el Centro Rural de Servicios Sociales, que ofrece dispensario, guardería y formación femenina», agregó.
Los movimientos religiosos de la Iglesias siempre son sensibles en Marruecos. Pero el Cardenal dice que se trata de actos solidarios para los estudiantes, niños e inmigrantes. «En el campo religioso puedo citar el apoyo a la formación cristiana de jóvenes universitarios, la ayuda económica para la catequesis de niños y la manutención de asistentes pastorales al servicio de las parroquias y de las actividades diocesanas. A todo esto hay que añadir la ayuda que cada año las diócesis reciben para su funcionamiento ordinario”, reconoció.
El Cardenal aseguró que trata de buscar la generosidad e implicación de la comunidad cristiana en Marruecos aunque es una minoría absoluta. «De nuestra parte, intentamos mentalizar a las comunidades cristianas de Marruecos para que, dentro de sus escasas posibilidades, colaboren también, tanto en la colecta de la Jornada Mundial de las Misiones, como en el apoyo directo a los proyectos a través de las parroquias», señaló.
Por otra parte, trató de explicar cómo es la labor de los misioneros en Marruecos. «La de todo cristiano en todos los tiempos y en todos los lugares. Debemos dejar de lado la idea de misionero como persona que deja su país para ir a otro… Ser misionero no es una cuestión de geografía, sino de espíritu y de misión. En Marruecos como en todas partes, la misión de los cristianos (¡todos misioneros!) es anunciar y construir el Reino de Dios, reino de amor, de justicia y de paz. En Marruecos intentamos llevar a cabo nuestra misión siendo una minoría absoluta (el 0’08% de la población), trabajando no contra sino con nuestros hermanos musulmanes», respondió.
También espera que la Iglesia en Marruecos contribuya en el mejoramiento del futuro de los niños. Y reconoce que Marruecos ha avanzado mucho, pero todavía se pueden hacer más cosas. «Somos una Iglesia con pocos niños, porque la mayoría de los cristianos son estudiantes universitarios subsaharianos. Hay pocas familias… Pero nosotros no trabajamos sólo para los niños cristianos, sino para todos. Y ahí, entre la población marroquí, sí que tenemos millones de niños para los que quisiéramos un futuro digno en cuanto a alimentación, salud, familia, educación y hogar. Aunque el país ha mejorado muchísimo, queda todavía mucho por hacer», concluyó.
