Rue20 Español/ Rabat
Mohamed Siali
La cuna de la diplomacia marroquí, el histórico edificio de «Dar al Niyaba» de la medina de Tánger, es desde hoy un museo que exhibe obras de pintores que marcaron la memoria de la ciudad, como el español Antonio Fuentes o el francés Eugène Delacroix.
En la inauguración de este nuevo espacio, el director interino del centro, Brahim Salimi, explicó a Efe que se exhiben obras que reflejan la memoria de Tánger como ciudad milenaria y su papel como capital de la diplomacia marroquí a finales del siglo XIX y principios del XX.
También de artistas mundiales famosos que se instalaron o pasaron por Tánger, como el español Fuentes, que nació y vivió hasta su muerte en 1995 en esa ciudad del estrecho y cuyas pinturas, cedidas al museo por su familia, están expuestas en dos galerías.
El embajador español en Marruecos, Ricardo Díez-Hochleitner, se refirió a Fuentes en la apertura del museo para rendirle homenaje y destacó que sus obra se exhibirán en el edificio de manera permanente.
Otro de los artistas que marcaron el edificio fue Delacroix, que en su visita a Tánger en 1832 vivió en «Dar al Niyaba» durante dos meses, lo que le inspiró algunas de sus obras más famosas, como «La boda judía en Marruecos».
El museo, que incluye salas de conferencia y talleres habilitados para los pintores locales, propone asimismo a sus visitantes obras de pintores orientalistas, como el francés Jacques Majorelle (1886-1962) y sus cuadros sobre la vida en Tánger.
Para el presidente de la Fundación Momentos de Tánger, Yunes Cheij Ali, cuyo organismo se dedica a preservar la memoria de la ciudad atlántica, el edificio es «uno de los más bonitos» de la calle turística de Siaghine, que cruza el casco antiguo.
Con un diseño de inspiración portuguesa con sus numerosos arcos y sus grandes ventanas, fue fundado a principios del siglo XIX para ser el Consulado de Francia en Tánger, pero durante las décadas posteriores tuvo diferentes usos.
Después de 1848, el sultán alauí Mulay Abdelrahman (1789-1859) lo compró a los franceses para convertirlo en la residencia de su representante en Tánger e interlocutor con las potencias internacionales, lo que lo convirtió en el primer edificio de la diplomacia marroquí.
En «Dar al Niyaba» («La casa del representante» en árabe) se rubricaron convenios históricos entre Marruecos y otros países del mundo, como su acuerdo comercial con el Reino Unido en 1856 y el acuerdo de paz con España en 1860 tras la guerra de Tetuán.
Desde allí partieron delegaciones marroquíes para asistir a citas internacionales decisivas, como los representantes del «Majzen» (la denominación de la autoridad central marroquí) que asistieron en 1906 a la conferencia de Algeciras, que convirtió a Marruecos en una colonia europea.
La creación de este núcleo diplomático, que perseguía la unificación de los canales oficiales de Marruecos con el extranjero, reflejó un giro en la política exterior del país, que adoptó una posición aperturista ante el aumento de la amenaza colonialista tras sus derrotas frente a Francia en la batalla de Isly (1844) y a España en la guerra de Tetuán (1859).
El edificio, compuesto por dos plantas y un gran patio central arbolado, fue hasta 20 años sede administrativa dependiente del ayuntamiento. Después dos décadas casi en ruinas, fue restaurado en el marco de un amplio programa de reforma de la medina de Tánger.
La restauración costó alrededor de 13 millones de dirhams (1,2 millones de euros) y fue financiada por el Ministerio de Cultura, la Wilaya (gobernación) de Tánger, la Agencia del Desarrollo de las Provincias del Norte de Marruecos y la Fundación Nacional de Museos. EFE