Rue20 Español/ Rabat
Mohamed Katir, tercero en la final de 1.500 metros de los Mundiales de Eugene, es el cuarto medallista mundial español, siguiendo los pasos de José Luis González (plata en Roma’87), Fermín Cacho (platas en Stuttgart’93 y Atenas’97) y Reyes Estévez (bronces en Atenas’97 y Sevilla’99), pero el primero que vino del otro lado de Estrecho.
Nacido en Alcazarquivir (Marruecos) el 17 de febrero de 1998, Katir procede de la inmigración marroquí, aunque su madre es egipcia.
Pero nunca tuvo dudas respecto a sí mismo: «Me siento cien por cien español. He crecido y estudiado aquí, he pasado toda mi vida aquí, mi carrera como atleta se ha forjado aquí. Quiero competir como español y sólo como español», declaró el año pasado antes de participar en los Juegos Olímpicos de Tokio, donde pese a lograr un gran octavo puesto en 5.000, no alcanzó a cumplir las enormes expectativas que habían despertado sus marcas excepcionales.
Su padre llegó en patera a España a finales de la década de los 90, unos años antes de que él naciera, en busca de trabajo, mientras su madre esperaba en Larache el momento de reunirse con su marido. Lo hizo cuando Mohamed tenía cinco años.
Se instalaron al principio en Huesca, donde Katir empezó a jugar al fútbol. Era muy rápido, pero no demasiado bueno técnicamente, según confesión propia.
Unos años después la familia se trasladó a Mula (Murcia). Allí un entrenador, Cristóbal Carlos, que lo vio ganar una carrera en el colegio, invitó a sus padres a que lo apuntaran en el club de atletismo UCAM Cartagena. Allí creció como atleta, en un pueblo sin pista de atletismo, corriendo por caminos de tierra alrededor de un pequeño lago.
Competía en campeonatos de España en categorías menores pero sus éxitos no contaban. Tenía la nacionalidad marroquí, hasta que obtuvo la española en noviembre de 2019. Ese mismo año había ganado el campeonato de España de 3.000 en pista cubierta, pero no pudo recibir su medalla por ser extranjero.
Como casi todos los atletas del mundo, Mo Katir perdió el año 2020 por la pandemia, pero no el tiempo. Siguió adiestrándose bajo la dirección de Gabi Lorente y en 2021, trabajando la pretemporada en Sierra nevada, junto al noruego Jakob Ingebrigtsen y otros grandes atletas mundiales, dio el gran salto, convirtiéndose en la sensación del mediofondo y el fondo mundial.
El murciano, de 23 años, batió el pasado año, en el breve lapso de 33 días, tres récords nacionales a cual más impresionante: 3:28.76 en 1.500 (borrando de las listas a Fermín Cacho), 7:27.64 en 3.000 (a Isaac Viciosa) y 12:50.79 en 5.000 (a Alemayehu Bezabeh).
Katir había demostrado su competencia en las carreras limpias, lanzadas por liebres, de la Diamond League, en la que obtuvo tres victorias antes de llegar a Tokio. Permanecía, no obstante, la incógnita sobre si sabría arreglárselas en una carrera táctica, pues en el campeonato de España le batió Carlos Mayo en el esprint.
El murciano, amante del boxeo, del fútbol (admira a los italianos Pirlo y Buffon) y de la poesía, llegó este año a Eugene sin tanta presión mediática, pasó discretamente por las rondas precedentes y en la hora decisiva de la final no falló. El mediofondo español vuelve a contar en el mundo. EFE