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Meryem Ghoua
Durante su presencia en el Festival Internacional de Poesía de Granada que se llevó a cabo del 25 hasta el 29 de abril la escritora franco-marroquí, Leila Slimani, leyó algunos fragmentos de sus obras en el Centro Lorca.
En una entrevista publicada en Ideal.es, ayer lunes 02 de mayo, la ganadora del Premio Goncourt habló de lo que significa la literatura para ella, su gusto por la lectura y la relación de la rebeldía con la escritura.
Para Slimani, la fuerza de la literatura es iluminar el alma de cada ser, es ser una brújula y orientar hacia el buen camino.
La literatura es una representación cifrada de una realidad que supera la imaginación, es una de las artes humanas más importantes al lado de las llamadas «bellas artes».
Slimani considera la literatura como una herramienta que despierta en las personas una actitud indómita de rebeldía, de insatisfacción de los seres humanos frente al mundo tal y como es. Por lo tanto la literatura no es solo un entretenimiento.
Para la escritora franco-marroquí, la literatura es un espacio lleno de vida, un ámbito donde se reflejan las mismas pasiones, los mismos deseos, las mismas aventuras que en la realidad. Es, sin duda, una herramienta que permite verlo todo y entenderlo todo.
«Es estar disponible para el mundo. Te dejas invadir por lo que pasa alrededor, pero también por las emociones propias», afirmó Leila.
En cuanto a su relación con la escritura, Slimani reveló que no se puede escribir sin leer y que el verbo escribir es el resultado que da la lectura.
«No se puede escribir sin leer. Y se escribe para entrar en una especie de diálogo con los escritores que nos precedieron. De hecho, cuando una lee un libro que le gusta, suenan ecos de otros. Al mismo tiempo, somos libres, pero herederos de una larga tradición», explicó.
«Leer es una forma de rebelión y de libertad, muy especialmente para las mujeres», añadió.
Cabe destacar que Slimani nació en el seno de una familia que lee mucho, tal y como lo afirmó varias veces, sin embargo, la literatura no dejó de estar en ella desde su nacimiento.
«Cuando era pequeña y leía un libro, me perdía dentro de él y el mundo real dejaba de existir», subrayó.
Es de señalar que la literatura de Leila Slimani nunca dejó de ser rebelde contra las desigualdades, el rechazo y el desprecio de las mujeres.
«Cuando leemos tenemos sueños, secretos, fantasmas, lugares donde huir, algo que antiguamente estaba prohibido para las mujeres», dijo.
Leila Slimani nació en Rabat en 1981. Su padre fue un político marroquí que llegó a ministro de finanzas y afrontó un largo periplo judicial tras haber sido acusado por malversación de fondos.
Su madre, una médica franco-argelina. Al terminar su formación en el liceo francés de Rabat, se instaló en París, estudió en el Instituto de Estudios Políticos y, después, en la Escuela Superior de Comercio donde se especializó en medios de comunicación y, durante algunos años, trabajó como periodista.
Esta biografía a mitad de camino entre África y Europa, entre el árabe y el francés y entre dos profesiones es una de las marcas que atraviesan toda la obra de Leila: el reconocimiento y el interés por el otro.