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Meryem Ghoua
«El exilio es la cesación del contacto con un follaje y de una raigambre con el aire y la tierra connaturales; es como el brusco final de un amor, es como una muerte inconcebiblemente horrible porque es una muerte que se sigue viviendo conscientemente», Julio Cortázar.
El atractivo de la escritura en los gestos y los hechos de Najat El Hachmi se impone en su vida y en cada uno de sus latidos literarios. Sus posturas, entre otras, a favor de la condición de la mujer en Marruecos hacen de Najat El Hachmi una mujer cuya voz pesa y cuenta.
La escritora hispano-marroquí regresa en un nuevo artículo publicado por El Periódico titulado «Musulmanes en España: entre la soledad y la culpabilidad», siguiendo sus temas y su rebeldía contra la identidad y el desarraigo cultural.
La ganadora del Premio Nadal, Najat el Hachmi, es una novelista comprometida y generosa, confía en su infancia como en su carrera, siempre acompañada de su gran deseo de libertad y su pasión visceral por escribir.
Nacida el 02 de junio de 1979 en la ciudad marroquí Nador, Najat pasó su infancia en Vic, dónde creció y realizó su formación académica hasta llegar a la Universidad de Barcelona donde estudió filología árabe.
Najat pasó una infancia dura ya que también tuvo diversas ocupaciones: empleada de la limpieza, cocinera, monitora de deportes y mediadora de la Delegación de Enseñanza de Vic donde trabajaba cuando presentó en 2004 su primer libro «Yo también soy catalana».
El Hachmi explicó que sus primeros años en Vic no fueron nada fáciles ya que desde muy pronto sufrió la xenofobia y las agresiones verbales de algunos de sus compañeros de clase y vecinos.
“No es solamente el ‘mora de mierda’, sino también el ‘esto no lo puedes hacer porque eres una mora de mierda’ o ‘¿cómo vas a ser escritora si eres una ‘mora de mierda?”, contó.
El Hachmi, también padeció la falta de recursos, una situación que hoy por hoy, opina, es la más estigmatizada en la sociedad.
“La pobreza no tolera a nadie”, dijo Najat El Hachmi.
La escritora incansable continúa su impulso con el lanzamiento de varios artículos, publicaciones en su cuenta de Instagram y sus palabras atrevidas, donde rechaza todo tipo de discriminación.
Tanto Najat El Hachmi como otras escritoras marroquíes, han hecho de la libertad sexual de la mujer su punta de lanza, con un deseo inquebrantable de romper tabúes.
En el artículo que publicó El Periódico, la ganadora del Premio Nadal reveló que el desarraigo, consiste, en un sentimiento de desconocimiento e incomprensión de la cultura en la que se mueven y que les rodea, condicionando la forma de actuar del sujeto. Pero esta percepción puede no ser sólo hacia la sociedad de acogida, sino también hacia el país de origen.
Para la escritora de origen marroquí, el desarraigo es lo único que la impulsó a crear, idear y que la empujó a escribir.
«Ese malestar, la no pertenencia a ningún lugar, ese desarraigo familiar o social es lo que empuja a crear, a intentar reformular esa realidad», afirmó la escritora hispano-marroquí.
Es de destacar que Najat El Hachmi escribe desde los once años, al principio como entretenimiento, pero poco a poco la escritura se convirtió en una vía para canalizar la inquietud de sentirse en dos sitios a la vez y una manera de acercar estos dos mundos a los que pertenece, según desveló El Periódico de Aragón.
Por lo que, la novelista rechaza cualquier etiqueta de literatura multicultural.
«Es como despreciar el trabajo que se está haciendo; es irrelevante dónde nací. Lo que se llama multiculturalismo debe llamarse interculturalidad y este término nos pertenece a todos«, señaló El Hachmi.
El Hachmi piensa que el desarraigo cultural es ese sentimiento de no ser ni de aquí ni de allá, es un sentimiento que comparten muchas mujeres inmigrantes, sobre todo, las moras.
«Cuando llegan a España, son las ‘moras’, pero cuando vuelven a sus países de origen, son las españolas. Este sentimiento de no ser de ninguna parte se acentúa todavía más cuando deciden romper con la religión y llevar una vida distinta a lo que marca el patriarcado islámico», informó El Periódico.
«Estamos en el limbo. No somos españolas ni somos marroquíes, ni europeas ni africanas. Te encuentras muy sola y el peor sentimiento que compartimos todas es la soledad y la culpabilidad. Es una lucha interna porque no sabes por qué no te quieren, por qué ni tu comunidad ni tu familia no te aceptan tal y como eres», comentó la activista Sukaina Fares.
«Lo que nosotras necesitamos no es que nos reconozcan una identidad, porque una identidad no es solo visibilizar que las musulmanas llevan velo. También somos muchas las que renunciamos al velo y las que sufrimos las consecuencias de lo que significa rechazar el hiyab y no todas las que renunciamos a esto somos ateas. Lo que necesitamos son leyes efectivas que nos garanticen nuestros derechos e incorporar la intereseccionalidad en el discurso feminista«, concluyó la escritora Mimunt Hamido.
Es de señalar que tanto Najat El Hachmi como Mimunt Hamido y Sukaina Fares participaron, hace días, en el foro «Voces de ida y vuelta. Mujer, Magreb, Islam», organizado por la Fundación Euroárabe y el Observatorio Wassyla Tamzali.