Rue20 Español / Mohammedia
Toufik Slimani
Pasan meses y semanas y la reconciliación diplomática entre Marruecos y España sigue sin concretarse. Los primeros contactos entre ambos Reinos, si los hubo, no han dado sus frutos hasta el momento. Por más que se vaya filtrando y asegurando, desde algunos estamentos del Gobierno de Coalición español, que el pacto de «las relaciones del siglo XXI», parafraseando al ministro Albares, está en proceso de construcción.
Lo cierto es que las posibles negociaciones siguen sin fructificarse siempre si las hay.
No hablo aquí de los contactos sectoriales o individuales. Estos no se han roto. Pero las posiciones políticas y diplomáticas entre ambos lados siguen alejadas, y nada nos hace imaginar o pensar en un anuncio inminente de reconciliación, sobre todo, tras el notorio acercamiento entre la Moncloa y Argelia.
Los gestos hacen muy bien las cosas en la diplomacia, y el gesto de Sánchez hacia Argel el pasado mes de febrero reuniéndose con Brahim Gali, líder del Polisario, hizo lo que hizo.
La charla entre Sánchez y Gali se produjo tras la ruptura bilateral entre Marruecos y Argelia desde agosto de 2021, y también mientras el mundo y Marruecos afrontan la crisis energética.
La decisión unilateral argelina de cerrar el Gasoducto Magreb-Europa, el 1 de noviembre de 2021, no afectó a Marruecos en su momento, pero el alza en los precios del petróleo y del gas últimamente por la guerra en Ucrania entre Rusia y Occidente- por el veto a la producción rusa por parte de Washington y Londres- condicionarían a Rabat.
Es verdad que la crisis energética y la guerra en Ucrania sacaron del rincón al régimen militar argelino. Marruecos adelanta a Argelia desde 2017 en la puja por el protagonismo en la región y África.
Y salvo sorpresas grandes, el protagonismo marroquí seguirá en marcha. Pero, los nuevos movimientos alteran los equilibrios geopolíticos y geoestratégicos a nivel regional y mundial. Las relaciones hispano-marroquíes no son una excepción.
La política exterior de Sánchez y sus socios comunistas ha alterado el equilibrio diplomático mantenido durante décadas con Marruecos y Argelia.
El rechazo español a la decisión estadounidense de reconocer la soberanía de Marruecos sobre el Sáhara el 10 de diciembre de 2020, la acogida de Gali clandestinamente y bajo identidad falsa por la Moncloa el 18 de abril de 2021, los constantes gestos de acercamiento a Argel y la reunión de Sánchez con Gali en Bruselas con motivo de la Cumbre UA-UE, han llevado a una desconfianza profunda.
En busca de intereses convergentes
Los responsables en ambos Reinos deben evitar un año sabático en las relaciones diplomáticas hispano-marroquíes. Los dos deben abrir una nueva etapa sobre la base de intereses convergentes. Marruecos parece que tiene una propuesta para cómo deberían ser las relaciones del siglo XXI, basándose en la necesidad de que España dé un paso adelante acerca del expediente del Sahara.
Sin embargo, la Moncloa quiere reconciliarse con Marruecos, pero a precio bajo. Está claro que la propuesta marroquí está en desacuerdo con la postura de una parte muy importante del Gobierno español.
El partido socialista liderado por Sánchez es muy diferente del liderado por Zapatero y González. La coalición con Podemos influye.
Marruecos quiere, también, abrir una “nueva etapa inédita” con España, pero también entiende que la Moncloa debe valorarle como es debido.
El compromiso y la colaboración de Rabat con Madrid está fuera de toda duda no solo a nivel de seguridad e inteligencia, también a nivel económico y empresarial.
Marruecos trabaja para reforzar la estrategia de la diversificación con sus socios, pero nunca ha renunciado a la cooperación con sus aliados tradicionales. EE.UU, África, Francia y España siguen siendo la prioridad de Marruecos.
España depende mucho, en el nuevo escenario geopolítico, de Argelia por el gas.
La Unión Europea, por su parte, depende mucho del gas ruso. La prolongación de la guerra en Ucrania podría acelerar el acercamiento de los europeos a Argelia por la necesidad de gas.
Por lo tanto, a corto o medio plazo, la reconciliación entre Madrid y Rabat está muy lejos.
Las reglas del antes del 10 de diciembre de 2020 han periclitado. Así ambos Reinos están llamados a buscar fórmulas de convivencia.