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Ismail El Khouaja
La invasión rusa a Ucrania, la subida alarmante de electricidad y el retroceso del suministro del gas argelino, empujaron al presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez, a que llamara en la sombra al presidente de Argelia, gobernada por el régimen militar, Abdelmajid Tebboune, según informa El Confidencial.
En la sombra porque la información se hizo pública por la Presidencia de Argelia. La Moncloa mantuvo el silencio, igual cuando acogió al criminal de guerra y presunto genocida, Brahim Ghali, desatando así una crisis sin precedentes con el vecino Reino de Marruecos.
No hay lugar a dudas que el objetivo principal de esta llamada ha sido el gas. Así se caracterizan las relaciones energéticas entre Madrid y Argel.
La crisis ruso-ucraniana da ventaja al régimen de Argelia para posicionarse bien a nivel de suministro del gas a Europa. Teóricamente sí, pero España no tiene que olvidarse de que los generales de Argelia son los alumnos de Rusia en África, por lo cual sería difícil aventajarse de esta situación.
Europa manifestó su preocupación y condenó el cierre del Gasoducto Magreb-Europa (GME) que partía de Argelia y discurre por Marruecos para llegar a España.
El cierre del GME unilateralmente por el régimen militar argelino por el simple hecho de castigar a Marruecos, no ha sido una decisión lógica que respeta los intereses internacionales comunes. Del cierre del GME nadie salió ganando. Ni Argelia, ni Marruecos, ni España, y por ende Europa.
El régimen militar argelino no ha sido capaz de suministrarle el gas prometido a España. Se especulaba. El suministro de Medgas queda corto y ante la situación actual insuficiente.
«Pese a estas garantías, el suministro de gas argelino a España ha caído desde hace unos meses, hasta el punto de que en enero EEUU se convirtió en el primer proveedor, por delante de Argelia», revela El Confidencial.
¿Podrá España, arrodillada por el gas argelino, convencer al régimen de reabrir el GME? El tiempo dirá.