Rue20 Español/ Mohammadia
Toufiq Slimani
Quien aspira a la reconciliación diplomática que la demuestre con hechos. Los dichos no han cambiado nada ni han subsanado el error que se ha cometido. Los errores se pagan caro. Las buenas intenciones no han evitado que la crisis siga vigente entre Marruecos y España. Diez meses en blanco. Mucho tiempo perdido.
Hasta los españoles lo reconocen en voz alta: la acogida del presunto líder del Polisario, Brahim Gali, por la Moncloa, en un hospital de Logroño el 18 de abril del año pasado, fue un error garrafal. ¿Qué haría España si Marruecos hubiera acogido al expresidente de la Generalitat, Carles Puigdemont, en plenas turbulencias en Cataluña?. Segurísimo, habría roto con Marruecos. Este último, mantuvo, por lo menos, su cooperación de seguridad, de inteligencia, empresarial, cultural y económica con la Península Ibérica.
La decisión de acoger a Gali salió del despacho del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. Digan lo que digan, señalen a Arancha Laya González, a su número dos, a Pablo Iglesias o a (…), Sánchez es el instigador en la sombra de la crisis actual entre ambos países. Hoy podría convertirse en el instigador de la reconciliación. Siempre se puede, cuando se quiere. Sánchez, torpe no lo es, sabe el camino que conduce a Rabat.
El Ministerio de Exteriores español sigue la estrategia que le marca Sánchez. Este último pudo tener sus razones a la hora de dar luz verde a la hospitalización de Gali, pero, desafortunadamente, no tuvo razón. Entre sus razones destaca la presión de sus socios podemistas, los socialistas radicales, los comunistas, los republicanos y los separatistas catalanes.
Por el momento, el tiempo corre en contra del Gobierno liderado por Sánchez. Su Gobierno está en manos de Podemos. Ante esta situación complicada y difícil, Sánchez tiene que inventar una propuesta de reconciliación que podría convencer a Rabat. Una propuesta que irá más allá de las discrepancias para caminar juntos hacia el fututo y afrontar los desafíos comunes.
No podemos insultar el futuro ni cambiar la historia ni mucho menos mudar la geografía. Somos vecinos, vecinos seremos para siempre. Andrés Perelló, director de Casa Mediterráneo, lo ha dejado claro al ser preguntado en una entrevista concedida al Español.
“Sí, es un problema de vecindad, pero también es un problema nuestro. Cuando consigamos mirarnos las dos orillas frente a frente y nos reconozcamos, algunas cosas serán más fáciles. No vamos a poder huir del mar que nos une ni vamos a poder cambiar de territorio. La Comunidad Internacional no puede mudarse, a partir de ahí tenemos que entendernos”, sintetizó Andrés.
Si Estados Unidos, Reino Unido, Francia, Alemania, China, América Latina, la UE (entre otros), han sabido leer el momento geopolítico actual, España también lo tendría que saber. El tiempo no perdona.