Rue20 Español/FEZ
Ismail El Khouaja
El presidente argelino Abdelmajid Tebboune fue mandado el pasado martes a Túnez; fue recibido por su homólogo tunecino Kaïs Saïed en el aeropuerto de Túnez Cartago, con los brazos abiertos, de Tebboune mismo.
Tebboune y Saïed por fin se vieron la cara. Se trata de la primera visita de un presidente argelino a Túnez desde los años ochenta. El primero «prestó» al segundo 300 millones de dólares. El segundo condecoró al primero con el Gran Collar de la Orden Nacional del Mérito en atención “a sus esfuerzos para la realización de las aspiraciones del pueblo argelino”, según fuentes oficiales.
Los dos presidentes tienen muchas cosas en común, políticamente hablando; por ejemplo, los dos fueron elegidos presidentes con apenas dos meses de diferencia. Sin embargo, en el ejercicio de este Poder hay mucho que los diferencia.
Saïed tiene pleno Poder, destituyó al gobierno de Ennahdha, de inspiración islamista, suspendió el Parlamento y pospuso las elecciones. Todas las autoridades están bajo control suyo. Tebboune, en cambio, sigue a raja tabla lo que le piden los generales sin más.
Esta nueva cooperación entre Argelia y Túnez llega en un momento delicado. Los dos países están atravesando, mutatis mutandis, una crisis sociopolítica asfixiante. Argelia por la mala gestión de los recursos naturales por los generales.
Túnez, en cambio, por no tener recursos naturales y por estar metida en la boca del lobo, geográficamente hablando. Argelia al noreste y Libia al noroeste. Al sur, pues, desierto, Sahel, terrorismo. Esta posición geográfica agobió el sector vital del cual depende la economía tunecina, el turismo.
Argelia aplazó muchas veces la visita a Túnez, por lo cual convendría preguntarse ¿por qué ahora? Tras romper unilateralmente sus relaciones con Marruecos, cerrar el espacio aéreo argelino contra los aviones civiles y militares marroquíes, y por ende cerrar el Gasoducto Magreb-Europa (GME) que atraviesa por Marruecos para llegar a España.
Esta visita generó cierta polvareda mediática a nivel regional. Los medios argelinos parece que tienen la respuesta.
“Sin el episodio de su enfermedad, el presidente argelino no habría esperado dos años para su primera visita a Túnez. Las relaciones entre los dos países son realmente excelentes bajo el liderazgo de los presidentes Saïed y Tebboune”, indica el sitio Algerien TSA.
O sea que, por razones de salud, Tebboune no ha podido visitar a un vecino de pocos kilómetros de Mouradia. Pero para salir en entrevistas acusando a Marruecos de todas las maldades que caen encima de Argelia sí completamente en forma. ¿Por qué los generales no lo trasladaron a España para curarse de su no se sabe enfermedad igual que hicieron con Benbettouche? (Brahim Gali, líder ficticio de la banda armada Polisario).
“Argelia ha mostrado su solidaridad y disponibilidad para ayudar a Túnez en las tres circunstancias por las que atraviesa hoy en día: la crisis económica, la pandemia del Covid-19 y la actual crisis política”, agregó el mismo medio argelino.
O sea que Argelia se presenta para resolver la crisis económica, sanitaria y política de Túnez, la misma Argelia cuyo pueblo permanece en filas para comprar pan, leche, patata, butano (si los hay), cuyo pueblo acaba engullido por las aguas del Mediterráneo en su intento de llegar a Europa, cuyo pueblo ha sufrido mucho para acceder a las vacunas en plena crisis sanitaria de Covid-19, cuyo pueblo se ha levantado hace años para derrocar al régimen militar, con lo que se conoce por Hirak…
Durante esta visita de dos días, las dos partes concluyeron 27 acuerdos de cooperación. Los acuerdos incluyen Justicia, Interior y Comunidades Locales, Energía y Minas, pequeñas, medianas y microempresas, Industria Farmacéutica, Medio Ambiente, Asuntos Religiosos, Educación y Formación Profesional, Pesca e Información y Cultura, según anunciaron fuentes oficiales.
La pregunta es ¿qué experiencia puede dar un régimen militar en materia de justicia? Un régimen déspota que no duda en usar todos los medios posibles para callar voces de los opositores, sobre todo de la región cabileña que lleva años pidiendo la independencia.
Qué experiencia puede ofrecer el régimen en pequeñas, medianas y microempresas si el país no tiene ni grandes empresas ni inversiones extranjeras debido a la inexistencia del clima idóneo para la inversión por la falta de una visión política que podría convertir Argelia en un país industrial.
Qué experiencia puede el régimen brindar en industria farmacéutica, si el régimen no ha sido capaz ni a curar a Benbettouche de la fiebre de Covid-19…
Indudablemente, esta visita y este “dote” de 300 millones de dólares viene a raíz de la crisis diplomática que vive Marruecos y Argelia. Dos vecinos que les reúne la geografía, pero les separa la política. La cuestión del Sáhara es el germen del conflicto. Los generales han creado un fantasma llamado Polisario para robarle el Sáhara a Marruecos…
Tras los fracasos diplomáticos que ha sufrido la “diplomacia gasista» de los generales, especialmente desde el reconocimiento de Estados Unidos de la marroquinidad del Sáhara, la normalización de las relaciones entre Marruecos e Israel y la última resolución del Consejo de Seguridad de la ONU, el régimen militar está buscando aliados y quiere aprovechar la crisis financiera y política que atraviesa Túnez para volverse contra Marruecos.
Este acercamiento se concretó en la última resolución del Consejo de Seguridad de la ONU, cuando Túnez se abstuvo de votar la ampliación de un año más de la MINURSO en el Sáhara marroquí, un gesto que no gustó a Rabat dadas las consideraciones políticas y de hermandad que reúnen Marruecos y Túnez.
Rabat no comentó la actuación de Túnez porque sabe que la situación que vive el país es muy complicada y no quiere entrar en guerra contra el régimen militar.
En este sentido, el expresidente tunecino Moncef Marzouki, en una entrevista a Euronews, comentó este acercamiento entre Argelia y Túnez, considerando que este apoyo se enmarca en el contexto del conflicto marroquí-argelino.
“Todos los países que se oponen a la Primavera Árabe apoyan a Kaïs Saïed. Ahora cuenta con el apoyo de Argelia, y en mi opinión es un apoyo que se enmarca en el conflicto marroquí-argelino. Y espero que Túnez no interfiera en este asunto”, dijo.
Sobre la cuestión del Sahara marroquí, el ex presidente dijo que “en este tema, el papel de Túnez siempre ha sido la neutralidad positiva. Ella debe trabajar para cerrar las brechas y reconciliar a los dos hermanos, no al lado de una parte contra la otra”.
Se entiende de las palabras de Marzouki que el Túnez de Saïed se ha dejado llevar por las amenazas del régimen militar en detrimento de sus relaciones de hermandad con Marruecos, cosa que el ex presidente ve que no tiene lógica.
Da lástima ver a dos países vecinos y hermanos que comparten el idioma, la religión, la sangre, la geografía orquestando hostilidades contra la integridad territorial de Marruecos. Sin embargo, tal como dijo el jefe de la diplomacia marroquí, Nasser Bourita, en una entrevista con el canal húngaro “HiriTv”: “la vecindad ya no es un activo importante, lo que cuenta es la confianza y la fiabilidad de un socio”.