Rue20 Español/ Rabat
Mohamed Siali (EFE)
Un año después de su intervención militar en la frontera de Guerguerat que une el Sahara Occidental y Mauritania, Marruecos ha aumentado su control sobre la «zona colchón» entre ambos territorios y ha tratado de asegurar el funcionamiento de su conexión comercial terrestre con el África subsahariana.
El 13 de noviembre de 2020 el Ejército marroquí entró, por segunda vez desde el alto el fuego de 1991 con el Frente Polisario, en la franja desmilitarizada de unos 15 kilómetros que discurre entre el paso fronterizo de Mauritania y el del Sahara, considerado ilegal por el Polisario al encontrarse en un territorio bajo disputa pero controlado de facto por Marruecos.
Lo hizo para desalojar a los militantes saharauis que llevaban varias semanas cortando su carretera, una vía estratégica en el comercio con la zona del Sahel. Su acción, que no causó bajas, provocó la ruptura del alto el fuego por parte del Polisario, además del comienzo de una escalada de tensión con Argelia que ha alcanzado niveles nunca vistos desde hace décadas.
La franja, establecida en toda la frontera del Sahara con Mauritania y con Argelia, y dentro de la que discurre en paralelo un muro construido por Marruecos, está considerada por los independentistas saharauis como parte de sus «territorios liberados», mientras que la ONU la llama «zona colchón» y Marruecos la asimila a su territorio.
En Rabat, la acción de los saharauis de bloquear la ruta se interpretó como una maniobra de Argelia, que aloja al Polisario en su territorio adyacente al Sahara -donde se ubican los campos de refugiados-, según fuentes diplomáticas marroquíes de que piden el anonimato.
«La obstaculización de la circulación en Guerguerat fue percibida como una acción argelina para asediar a Marruecos» y «sabotear» su control sobre el paso, dicen, y destacan la importancia de este punto de enlace entre Europa y África.
Y es que por Guerguerat pasan un centenar de camioneros diariamente para transportar mercancías marroquíes como pescado, productos agrícolas y materiales de construcción, con destino Mauritania, Malí, Burkina Faso y Níger, entre otros países.
Subrayan que la reacción de Marruecos forma parte de la actitud «cada vez más atrevida» del país magrebí en política exterior, que ha ido creciendo en los últimos diez años.
El giro en la política exterior marroquí se produce, según las fuentes, frente a una Argelia con problemas socioeconómicos y políticos internos que, añade, cada vez cuenta con menos aliados a nivel continental e internacional en su competitividad regional con Marruecos.
Este país, indican, habría conseguido varios logros gracias a la intervención militar. El primero, «no perder ni un solo metro» del estratégico paso fronterizo.
Antes de la operación de Guerguerat, el Frente Polisario celebraba eventos políticos, como congresos y acciones de protesta, en lugares ubicados en esa tierra de nadie, especialmente en la franja «colchón» entre Argelia y el Sahara que discurre de norte a sur.
Ahora el Polisario la considera una zona de guerra y asegura lanzar desde ella ataques a Marruecos que plasma en sus «partes de guerra» diarios, de los cuales solo uno se ha referido en este año a la franja de Guerguerat. Marruecos nunca ha reconocido este ataque y califica a los otros como «provocaciones saharauis» y no como acciones bélicas.
Un día después de la operación marroquí, el secretario general del Polisario y presidente saharaui, Bahim Ghali, consideró roto el alto el fuego firmado con Marruecos en 1991, lo que provocó escaramuzas entre las fuerzas armadas de las dos partes.
Y casi un mes más tarde, el entonces presidente de EE.UU., Donald Trump, reconoció la soberanía de Marruecos sobre el Sáhara Occidental, lo que se consideró en Rabat como uno de los mayores logros conseguidos por el país en su lucha por la marroquinidad de este territorio.
Desde entonces, la diplomacia marroquí ha endurecido sus relaciones internacionales y ha entrado en crisis con Alemania y España, unas tensiones que tienen esta cuestión como trasfondo.
De hecho, en su último discurso el rey Mohamed VI dejó claro que la marroquinidad del territorio es «innegociable» y anunció que no firmará acuerdos internacionales que no lo abarquen, en un claro mensaje a la UE, cuyo tribunal anuló los acuerdos pesqueros y comerciales con Marruecos por englobar el Sahara.
«Esperamos de nuestros socios posiciones más atrevidas y claras», advirtió después de alabar la operación militar en Guerguerat, tras la que la tensión con el vecino del oeste ha ido «in crescendo».
Argelia mantiene desde este agosto cerrado su espacio aéreo a Marruecos y cerró el pasado 31 de octubre el gasoducto que le une con España a través de territorio marroquí.
Hace solo diez días, Argelia consideró un «acto de terrorismo» el bombardeo, supuestamente a manos marroquíes, de dos camiones argelinos ocurrido el 1 de noviembre precisamente en la «zona colchón» entre Mauritania y el Sahara, aunque lejos de Guerguerat, en el extremo noreste de la frontera entre ambos territorios. Anunció también unas represalias que aún no se han materializado. EFE