Rue20 Español/ Mohammadia
Toufiq Slimani
Las relaciones bilaterales entre Rabat y Washington ya se han convertido en unas relaciones de Estado que no se cambian con el cambio de las administraciones americanas y los presidentes. Ya no importa quién está en la presidencia, en el Congreso o en el Sanado.
Los Estados Unidos ya hablan el mismo lenguaje cuando se trata de Marruecos. Ni Argelia, ni el Polisario, ni sus pocos socios podrán cambiar está realidad. La primera potencia mundial ya ha llegado a la conclusión de que la única solución para el conflicto inventado del Sáhara es la autonomía bajo la soberanía de Marruecos.
Si los europeos, encabezados por España, Alemania, Holanda y otros, siguen pensando en el pasado y usando las gafas del siglo pasado, los Estados Unidos piensan en el futuro.
Washington sabe que la creación de un Estado ficticio en el Sáhara desestabilizará a la región, y amenazará la estabilidad del Norte de África y el Mediterráneo.
También, Washington sabe que cualquier Estado FICTICIO en el Sáhara estará al servicio de Rusia, Irán y los régimen dictatoriales y las organizaciones terroristas.
Por desgracia, Europa conoce estas amenazas y la peligrosidad del Polisario, pero sigue haciendo la vista gorda por la presión argelina y de los socialistas y comunistas.
Ante esta realidad, El rey de Marruecos, en el discurso pronunciado hoy con motivo del 46º Aniversario de la Marcha Verde, destacó la postura positiva y valiente de los EEUU, en cambio, avisó a los europeos, sobre todo, a los lobbies pro Argelia.
«Estamos orgullosos de la decisión soberana de los Estados Unidos de América, que ha reconocido la soberanía total de Marruecos sobre su Sahara», afirmó el Rey.
También demuestra que la postura americana es «un resultado natural del sostenido apoyo de las administraciones americanas anteriores y su constructivo papel en el arreglo de esta cuestión (Sáhara)», añadió.
«Esta orientación viene a consolidar, de manera irrevocable, el proceso político que se dirige hacia una solución definitiva, sobre la base de la iniciativa de autonomía, en el marco de la soberanía marroquí», agregó Mohamed VI.
No hay vuelta atrás. Marruecos está decidido a continuar su trabajo para conseguir más apoyos y reconocimiento a la marroquinidad del Sáhara. «La inauguración, por más de 24 países, de consulados en las ciudades de Laayún y Dajla, no ha hecho sino confirmar el amplio apoyo que se ha granjeado la posición marroquí, sobre todo en nuestro entorno árabe y africano», explica el Rey.
Mientras Marruecos responde con hechos, Argelia y el Polisario recurren al ruido, las acusaciones y las mentiras. Marruecos ganó en los últimos años muchas batallas diplomáticos, sobre todo en América Latina y África. En cambio, sus rivales han perdido peso, influencia y batallas diplomáticas en todo el mundo.
«He aquí la mejor respuesta, legal y diplomática, para los que pretenden que el reconocimiento de la marroquidad del Sáhara, no es explícito y concreto», aclara el Rey.
¿Por qué Marruecos y España no han lanzado todavía la nueva etapa inédita? ¿Por qué las relaciones bilaterales entre Rabat y Berlín están estancadas? ¿Por qué las relaciones entre Rabat y Bruselas no están a la altura de las aspiraciones de los marroquíes y los europeos?
Parte de la respuesta la contiene el discurso del Rey. Un discurso que avisa y tiende, asimismo, la mano.
«Estamos en nuestro derecho de esperar de nuestros socios posturas más atrevidas y claras con relación a la cuestión de la integridad territorial del Reino», dice el Rey.
El Marruecos de hoy no es el de ayer. Rabat no acepta unas posturas a medias. Los europeos no tienen que quedarse en la ‘tierra de nadie’ acerca de la cuestión del Sáhara. El rey pide unas posturas claras. Un mensaje más claro que el agua para España, Alemania, Francia, UE y otros.
«Se trata de posturas que contribuirán a la consolidación del proceso político, así como al apoyo de los esfuerzos desplegados por alcanzar una solución definitiva e implementable», señala el Rey.
Tras el discurso del Rey de Marruecos, la pelota está ahora en el campo de España, Alemania, Francia y la Unión Europea.