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Ismail El Khouaja
La entrada secreta en España del presunto genocida y líder de la banda armada del Polisario, Brahim Ghali, en plena colaboración con Argelia, le ha salido rana al gobierno de Pedro Sánchez.
El gobierno español arriesgó sus relaciones diplomáticas y comerciales con Marruecos para mantener relaciones energéticas que unen España con Argelia. Sin embargo, la jugada no salió tal como se esperaba.
El régimen militar argelino se volvió contra el gobierno de Pedro Sánchez al cerrar el Gasoducto Magreb-Europa (GME) que suministra gas de Argelia, discurriendo por Marruecos para llegar a España.
De este modo, el régimen militar traicionó al gobierno de Sánchez mediante su alianza con la derecha española que ahora tiene una carta clave para presionar al gobierno socialista y echarle la culpa de la disparada subida de facturas de electricidad, así como dependerse solo de un gasoducto en vez de dos.
El PP ha afirmado hoy, en boca su vicesecretario de Comunicación, Pablo Montesinos, en una rueda de prensa, que Argelia «ha dado calabazas» a España.
El vicesecretario culpa al gobierno de Sánchez del cierre del GME, cuestionando el tardío viaje de la vicepresidente tercera, Teresa Ribera para hacer convencer al régimen de las graves consecuencias del cierre del gasoducto:»¿cómo es posible que se haya esperado hasta el último minuto para viajar a Argel?»
Como bien dice el politólogo español Pedro Ignacio Altamirano, el gobierno de Sánchez está arrodillado ante el régimen militar que usa la carta del gas para distorsionar las relaciones entre Marruecos y España.
España se encuentra ahora en un dilema. Por una parte, quiere mantener las privilegiadas relaciones comerciales con Marruecos y al mismo tiempo mantener las relaciones energéticas con Argelia.
Hasta la fecha no ha acertado jugar de intermediario para hacer convencer al régimen a reconsiderar su decisión. Se ha limitado con garantizar el suministro del gas por Medgaz, en otras palabras, ha metido todos los huevos en una sola cesta. Cosa que se le puede acarrear graves problemas de cara al futuro en caso de disfunción del gasoducto.
Faltan nada más tres días y el gobierno de Sánchez busca hacer el milagro: renovar el GME. Puede haber cambios. En la política nunca se sabe, de hecho se le define del arte de lo imposible.