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Meryem Ghoua
Aglomeraciones, atascos, gentío, hacinamiento, etcétera, por recibir la primera, la segunda o la tercera vacuna, por una parte; y por la imposición del pasaporte Covid-19, por otra.
Así fue el primer día en Marruecos de la entrada en vigor de la decisión de la imposición del pase vacunal para entrar a los lugares públicos y privados. El jueves pasado fue un día especial porque nadie pensaba que la decisión se iba a aplicar a rajatabla.
Tras la adopción la nueva medida de precaución que consiste en la presentación del pasaporte Covid-19 para acceder a las cafeterías, restaurantes, gimnasios, los hoteles y administraciones, muchas personas no vacunadas acudieron a los centros de vacunación en varias ciudades del Reino para recibir sus dosis.
En escenas extraordinarias que se remontan a los primeros días de la vacunación en Marruecos, largas filas de jóvenes se encontraban frente a los centros nacionales de vacunación, todo eso, es para recibir las dosis y obtener el pasaporte que les permite viajar y acceder a varios lugares.
Cabe destacar que el número de los que recibieron la primera dosis el jueves 21 de octubre llegó a 106.915, un aumento de 80.262 individuos, en comparación con el miércoles 20 de octubre, los vacunados de la primera dosis total era sólo 26.653.
Por otra parte, la decisión provocó algunas reacciones desdeñosas en las redes sociales, alegando que era una «restricción de la libertad», y considerando que la vacunación debería seguir siendo opcional.
De hecho, esta decisión «refuerza el desarrollo positivo de la campaña nacional de vacunación, de conformidad con las recomendaciones del Comité Científico y Técnico, según explicó el Gobierno marroquí en una declaración y pidió a los no vacunados que se vacunaran rápidamente sino no podrían ir a ningún lugar.