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Ismail El Khouaja
Además de presunto genocida, Brahim Gali parece ser un amante de libros. ¡De caballería!
Al escuchar sus declaraciones, este sábado en los campamentos de Tinduf (Argelia) donde mantiene retenidos a centenares de saharauis contra su voluntad, solo se viene a memoria Don Quijote y su lucha contra molinos de viento.
El presunto genocida, que estuvo ausente desde su entrada y salida a España que desató una crisis sin precedentes entre Marruecos y España, por fin intervino para agradecer el «gesto humanitario» del país europeo a la hora de darle cobijo médico secreto con identidad falsa en el hospital de Logroño.
Todo el mundo sabe ahora, con la investigación que lidera el juez Rafael Lasala que ha dejado a Exteriores e Interior tocados, que no se trata de ningunas «razones humanas», sino más bien de «razones políticas».
Al escuchar la intervención del presunto genocida el uno se siente que está viviendo en la era soviética, donde palabras como «guerra», «revolución», «victoria», brillaron por su abundancia, en contraposición de otras como «paz», «solidaridad», «cooperación», etc.
Entre sus fanfarronadas, el presunto genocida afirmó que en el Sáhara marroquí «hay guerra a diario», pero, en tiempos de data show, no aportó ningún vídeo esclarecedor para argumentar su falsa tesis.
Por lo tanto, la guerra «a diario» sólo existe en la mente del presunto genocida y la de su banda armada que no teniendo vergüenza presentó candidatura a una de sus miembros, Sultana Khaya, siempre sacando selfies con Klachinkov, para ganar el Premio Sájarov para la libertad de consciencia 2021, que afortunadamente el Parlamento Europeo rechazó.
La salida de Gali viene para captar audiencia y apoyo después de que su impulsor, el régimen militar argelino, fracasara en todos los niveles en su guerra declarada contra su vecino Marruecos e Israel.
El nuevo papel que desempeña Marruecos en la escena internacional, después de los Acuerdos Abraham, así como la consolidación de relaciones diplomáticas y comerciales con países anglosajones como Gran Bretaña y los mega proyectos que ha generado esta cooperación, ha supuesto un varapalo al régimen militar argelino y su banda del Polisario.
Sin embargo, más que un varapalo, la inversión de Estados Unidos, Israel y Gran Bretaña en el Sáhara marroquí, ha llevado al régimen argelino y al Polisario a la locura.
Marruecos hace caso omiso a las fanfarronadas guerreras que sólo existen en el imaginario revolucionario de los años ochenta de régimen y banda. Y no hay lugar a dudas de que la paz y prosperidad económica que busca Marruecos ganarán la «guerra interminable» declarada por el presunto genocida y su protector el régimen argelino que vive al margen de la historia.
La tesis marroquí y argelina está más clara que el agua. Estados Unidos, Gran Bretaña, Israel, etc eligieron a Marruecos, mientras que países como Cuba o Venezuela siguen apoyan al régimen militar argelino. Incluso la Unión Africana ha dado cuenta de que la existencia de la ficticia República Árabe Saharaoui Democrática (RASD) ha sido un error histórico.
En este sentido, expertos, académicos, miembros de Think Tanks, parlamentarios, investigadores y destacadas figuras políticas africanos pidieron, en un seminario regional en Tanzania, la expulsión de RASD de la Unión Africana, destacando que la presencia de la llamada República dentro de la Unión constituye una violación grave del derecho internacional y la Carta de la Organización Africana.
Marruecos está cosechando triunfos, gracias a la política visionaria que adaptó el rey Mohammed VI a lo largo de estas dos décadas de gobierno.
En estas dos décadas, Marruecos supo cómo ganar amigos y establecer alianzas estratégicas que le están convirtiendo en una potencia regional, mientras que el régimen militar argelino, con gas y petróleo, demostró que es lo que: régimen totalitario, corrupto…