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Ismail El Khouaja
La ambigua y politizada sentencia del Tribunal General de la Unión Europea sobre los acuerdos pesquero y agrícola [entre Rabat y Bruselas] no se debe interpretar sin tener en mente el contexto político internacional que conocen las relaciones entre Marruecos y la Unión Europea.
Desde la coronación del rey Mohammed VI, se dieron en marcha varios proyectos (como Plan Verde) cuyo objetivo se centraba en dos principales puntos: conseguir la autosuficiencia nacional, así como convertir al Reino en un país exportador por excelencia.
El ministro de Agricultura (desde 2007) y el nuevo jefe del Gobierno, Aziz Akhannouch, bajo los auspicios del rey Mohammed VI, consiguió los objetivos trazados, de manera que los productores ‘Made in Morocco’ han penetrado el mercado europeo por su alta calidad y precio asequible.
Sin embargo, esta revolución y desarrollo en el sector agrícola marroquí ha desatado la ira de los lobbies del sector agrícola de la antes conocida como la ‘huerta de Europa’: España.
Los lobbies del sector agrícola españoles han movilizado la mayoría de las organizaciones españolas (Coexphal, ASAJA, Mundabat, etc.), así como políticos (de derechas y pro Polisario) para tergiversar la imagen de los productos marroquíes y presionar al Tribunal de Justicia de la Unión Europea para que anulara los acuerdos firmados en 2019 entre Rabat y Bruselas.
De hecho, la sentencia, emitida hoy por el Tribunal General de la Unión Europea, que pide la anulación de los acuerdos pesquero y agrícola no se puede interpretar sin tomar en consideración la revolución agrícola iniciada por el Reino.
Las reiteradas acusaciones de los lobbies agrícolas españoles se acentuaron aún más con los megaproyectos que inaugura el rey Mohammed VI en el Sáhara marroquí.
La inversión de Marruecos en su propio Sáhara ha duplicado el nivel de las exportaciones y esto les ha creado una amenaza porque los productores agrícolas ‘Made in Morocco’ han robado posición de los productos ‘Made in Spain’ tanto dentro como fuera de la Unión.
La dictada sentencia ha tirado por la ventana todos los esfuerzos desplegados por el Reino en encontrar una solución duradera para establecer la paz en la región.
Marruecos jamás permitirá poner en cuestión la integridad territorial bajo ningún supuesto.
El Tribunal General tiene que actualizar sus informaciones respecto al expediente del Sáhara marroquí. Las cosas no son como en 2015 cuando el Tribunal de Justicia anuló acuerdos entre Rabat y Bruselas.
El Tribunal General no tiene ninguna competencia ni peso en la decisión que tomará el Tribunal de Justicia de la Unión Europea. Lo que pretende con esta sentencia es nada más crear una repercusión mediática pro Polisario.
E yendo muy lejos, si se da el caso de la anulación de los acuerdos entre Marruecos y la UE, el Reino tendrá otras opciones que van en línea de su nueva política consistente en diversificar los socios fuera de la Unión.
Marruecos podrá negociar acuerdos con Reino Unido, Estados Unidos, Israel, China, Rusia, etc.
Todos estos países ven con buenos ojos la reforzar sus lazos con Marruecos.
Entonces, Europa deberá buscar un nuevo país exportador de productos agrícolas de alta calidad, así como buscar aguas donde faenan sus barcos.
Marruecos no tiene nada que perder. El país norteafricano sólo pide respeto hacia su integridad territorial como el mismo defiende la integridad territorial de los demás países, así como apoyar el proceso democrático que conoce el país desde hace dos décadas.
Marruecos cuenta con la legitimidad histórica, geográfica y democrática, tal como evidenciaron las elecciones generales del 8 de septiembre (más del 66% de los saharauis han votado a sus representantes).
Marruecos cuenta con el reconocimiento de la primera potencia del mundo, Estados Unidos, así como de las grandes potencias mundiales que publican el mapa del Reino completo como Gran Bretaña.
En cambio la banda del Polisario, cuyo líder Brahim Ghali está acusado de genocidio y lesa humanidad, cuenta con el reconocimiento de países totalitarios como Cuba o Argelia.
