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Ismail El Khouaja
Marruecos está ante un gran desafío sin precedentes en la historia gubernamental del país: formar la oposición.
Los resultados finales de las elecciones del 8 de septiembre han supuesto un desbarajuste en la escena política marroquí.
Todo el mundo quiere estar en la Mayoría. La Oposición es vista como una tumba para los partidos políticos marroquíes, sobre todo, aquellos que llevan siglos sin estar en la Mayoría.
Tras las consultas gubernamentales que emprendió el lunes pasado el nuevo jefe del ejecutivo, Aziz Akhannouch, líder del partido liberal Reagrupación Nacional de Independientes (RNI) ganador de las elecciones del 8 de septiembre con 102 escaños, y tras la celebración de los Consejos Nacionales de los partidos que se posicionaron en segundo y tercer lugar, Autenticidad y Modernidad (PAM) (86 escaños) e Istiqlal (PI) (81 escaños), los contornos del nuevo gobierno están claros, hace falta el anuncio oficial esta semana.
Los tres partidos, RNI, PAM y PI, formarán una mayoría cómoda compuesta por 269 miembros de los 395 miembros que componen el total de los miembros de la Cámara de Representantes.
De ser así, la nueva coalición gubernamental marcará un nuevo hito en la historia de los gobiernos marroquíes. La mayoría siempre se formaba por 6 o más partidos políticos. Hoy todo apunta que la mayoría se formará solo por los tres partidos que encabezaron los resultados finales de las elecciones del 8 de septiembre.
Evidentemente, la reducción de los partidos que compondrán el gobierno se reflejará obligatoriamente en el número de carteras ministeriales, que, según fuentes mediáticas, no sobrepasarán los treinta, en comparación de las 43 carteras ministeriales como ocurría en anteriores gobiernos.
Paradójicamente, lo novedoso en este contexto no es la formación de la mayoría, sino de la Oposición. Por primera vez en la historia electoral en Marruecos, será difícil formar una oposición armoniosa y fuerte que seguirá de cerca el trabajo de la mayoría y defiende los intereses de los marroquíes.
Los islamistas del Partido Justicia y Desarrollo (PJD), que declararon posicionarse en la oposición (por no tener otra opción) no pueden ni siquiera formar un grupo parlamentario por no contar con ninguno de los demás partidos para poder hacer una coalición. Con apenas 13 votos, el PJD no desempeñará un gran papel en la oposición, a menos si recurre a sus salidas mediáticas, sobre todo si en el congreso extraordinario del próximo octubre se elegirá a su ex líder Abdelilah Benkiran como nuevo secretario general.
El otro partido que también declaró que se aferrará a la oposición, Progreso y Socialismo (PPS), cuyo líder Nabil Benabdellah sufrió una grave derrota en las pasadas elecciones al no poder ganar un escaño en su distrito, sus 21 escaños le habilitarán formar un grupo parlamentario para tomar las riendas de la oposición.
Por su parte, los 34 escaños, así como el total apoyo que brindaba Driss Lachkar al nuevo presidente del gobierno, Aziz Akhannouch, en su batalla contra los islamistas del PJD, no permitirán al histórico partido Unión Socialista de Fuerzas Populares (USFP) formar parte de la mayoría. Lachkar insiste para participar en el gobierno, pero con el PAM y el PI será difícil.
Ante la participación del PAM y el PI, al USFP no le quedará otra que tomar las riendas de la Oposición. El partido socialista dispone de cuadros e intelectuales suficientes para hacer su primera razón de ser: defender los derechos de la clase media y pobre del pueblo marroquí.