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viernes, noviembre 22, 2024

Análisis. La debacle electoral de los islamistas en Marruecos 

 

Rue20 Español /RABAT

Mouhcine El Fezazi

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La magnitud de la derrota de los islamistas era estrepitosa y espectacular ante los liberales en las elecciones legislativas y municipales celebradas en Marruecos el miércoles pasado.

No era ningún secreto que los islamistas han perdido popularidad, pero nadie esperaba que pasaran de 125 escaños a sólo 13.

Al fin y al cabo, la derrota electoral no sorprende a nadie por la mala gestión del PJD que llevaba una década en el poder.

Muchos marroquíes no estaban de acuerdo con las políticas llevada a cabo, durante sus dos mandatos. El ‘voto castigo’ fue una herramienta de frenar a los islamistas, y acabar de una vez con sus políticas.

Cuando las urnas no sirven para decidir, se usan para castigar. La mala gestión del partido islamista moderado fue una de las razones de su debacle en las elecciones del 8 de septiembre.

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Reformas impopulares:

Durante sus dos mandatos, el PJD llevó a cabo una serie de medidas impopulares que perjudicaron a los marroquíes, sobre todo a los empleados.

Los islamistas crearon enemigos, cuando decidieron poner en marcha muchas reformas, entre ellas: la eliminación gradual de la subvención de algunos productos de primera necesidad (combustible y azúcar), reforma del sistema de pensiones (elevar la edad de jubilaciones y aumentar la cotización de los trabajadores), la penalización salarial de los huelguistas, desoír las demandas de los profesores contratados que se manifestaban pidiendo su integración completa en la Función Pública, … etc.

Compromisos y victimismo:

Tras su victoria en las elecciones legislativas del 2011, el PJD levantó el lema de “tu voto es nuestra única oportunidad para luchar contra la corrupción”. Se presentó como alternativa a otras formaciones políticas, alegando que no estuvo implicado en ningún fracaso anterior.

Pero en vez de cumplir con sus compromisos de luchar contra la corrupción y mejorar el bienestar social de la ciudadanía, se posicionó como víctima del “autoritarismo” y mantuvo un discurso de oposición mientras dirigía el Gobierno.

Se presentó como un partido que tenía la voluntad de sacar adelante al país, pero sus rivales no le dejaban hacerlo. Meses después, estos compromisos se evaporaron y la formación política, que encabezaba la coalición del Gobierno, parecía encallada ante los grandes desafíos del país.

Crisis de 2016:

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Después de ganar las elecciones del 2016, el islamista Abdelilah Benkirán, exsecretario general del PJD no logró formar un Ejecutivo de coalición porque se negó a aceptar las condiciones que le exigía Aziz Ajanuch.

Cinco meses después, el Rey tuvo que destituirle y nombrar a Saadedin Otmani, segundo hombre del PJD, para formar el nuevo gobierno. Pero, tras la destitución de Benkirán, hubo una gran fragmentación en el seno del PJD. Se formaron dos corrientes: corriente de ministros, que eran los partidarios de Otmani y de formar una mayoría parlamentaria.

La otra corriente, la constituían los partidarios de Benkirán que estaban en contra de formar coalición con partidos que ponían condiciones inaceptables. La destitución del político más carismático de Marruecos fue uno de los motivos que desembocaron en la debacle del partido islamista.

Sin planes y competencia

El PJD sostuvo una actitud pasiva y evitativa ante los problemas del país, y siempre culpaba de todo lo malo a sus rivales. Además, utilizaba el chantaje emocional y la manipulación para lograr sus objetivos de estar más tiempo en el poder.

Durante su campaña electoral de 2016, el PJD empezó a denunciar “la omnipresencia de un poder autoritario en la sombra que favorecía a su principal rival, Partido Autenticidad y Modernidad (PAM)”. Esta táctica de chantaje dio sus frutos y el PJD ganó las legislativas.

También, meses antes de que comenzase la ccampaña electoral de 2021, el PJD utilizó la misma táctica con el Partido Reagrupamiento Nacional de Independientes (RNI).

Pero no fue todo un éxito: los islamistas sufrieron una gran derrota frente a los liberales. En cuanto a la composición de los dos anteriores gobiernos que presidió el PJD, los islamistas quedaron al margen de las principales carteras: Industria, Economía y Finanzas, que quedaron en manos de los otros partidos de la coalición. Eso daba la sensación de que el Palacio no se fiaba de los islamistas o por su lealtad o por su incompetencia e incapacidad en asumir estas carteras.

 

Los dirigentes del PJD tenían una visión de la política a largo plazo. Pero no tenían un plan actual para mejorar la industria o la agricultura.

Anunciados los resultados finales, se puede decir que el islamismo perdió el último vestigio del poder que había conquistado a través de las urnas en varios países al rebufo de las llamadas “Primaveras Árabes”.

 

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