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La enfermera Dahiana Gisela Madrid, que cuidaba a Diego Armando Maradona, fue indagada durante más de cinco horas como acusada de «homicidio simple con dolo eventual», un delito que según la justicia argentina la podría llevar a la cárcel en un futuro juicio oral con una pena de entre 8 y 25 años.
En la declaración, tomada ayer pero que hoy fue puesta a disposición a la prensa por fuentes judiciales, ratificó que nunca pudo revisar ni tomarle los signos vitales a Maradona, que tenía mala relación con él y que sus allegados no la dejaban entrar a la habitación.
La enfermera detalló que su trabajo comenzó el 13 de noviembre, un día después de que Maradona salió del hospital, luego de permanecer internado 10 días tras ser operado de un hematoma subdural, y que ese día tuvo contacto personal con el futbolista por «única vez», ya que el día 16, cuando fue por segunda vez, el propio paciente la echó e incluso amenazó con tirarle «por la cabeza» un «cargador de celular».
«Nosotros solo teníamos la medicación. Nada más. Había que hacer lo que el paciente quería, si el paciente se dejaba tomar los controles. Todo según lo que el paciente quería o disponía. No había que molestarlo, no había que ingresar a la habitación, solo darle la medicación en tiempo y forma únicamente», afirmó la imputada ante los fiscales Cosme Iribarren y Patricio Ferrari.
Consideró que en la casa de Tigre donde el ex futbolista falleció «no había ningún acondicionamiento» para la patología cardíaca que presentaba, que definió como «una bomba de tiempo».
«Si vos sos un paciente cardíaco, sabes que sos una bomba de tiempo, pero no había ningún acondicionamiento para la patología del paciente”, expresó Madrid, que también dijo que «faltaba un desfibrilador, un tubo de oxígeno, un ‘abocat’ (dispositivo para pasar medicación por vía intravenosa)” y que «no había un monitor cardíaco que era necesario siendo un paciente cardíaco».
En la declaración, que fue transcripta en 42 páginas por la Fiscalía, Madrid detalló cómo hacía los informes médicos pese a no tener contacto con él y expresó que la psiquiatra Agustina Cosachov era quien dirigía el tratamiento.
Los fiscales le atribuyeron tanto a Madrid como al otro enfermero imputado, Ricardo Omar Almirón, el no haber asistido a Maradona «a sabiendas de su delicada situación y con conocimiento que esa omisión podía provocar su muerte», haber realizado «chequeos y/o revisaciones deficitarias» y haber actuado «en clara complicidad con la finalidad delictiva del plan» ideado por otros imputados.